Son cantidad de estrategias (trampitas) que todos los partidos políticos tienen para mantenerse o pagar el poder. La historia de México tiene en su acervo cantidad de estas historias. Estoy seguro que todos son iguales, de cualquier color y sabor, con el fin de evadir la ley electoral y así, poder hacer campañas políticas. Algunos les llamarán “causas”, otros “proyecto”; ya liberales o ya conservadores; unos diciendo que es por “causa del pueblo” y otros que es por “salvar a la patria”, pero recurren al final a triquiñuelas para allegarse de recursos.
Es solo el trabajo periodístico que hacen medios independientes con jornadas de investigación, los que tienen la capacidad de desenmarañar las redes de uso de dinero ilícito proveniente del narcotráfico, de recursos que en efectivo se obtienen por “boteo” a trabajadores de las nóminas burocráticas o por entrega de contratos a empresas socias, para todo, meterlo a la promoción de personas y causas. El periódico Reforma desde su nacimiento denunció lo que hacía el PAN y el PRI, lo mismo que La Jornada lo gritaba, tanto como Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad descubrió la “Estafa Maestra”.
El libro que esta semana se publicó sobre cómo el Presidente ha sobrevivido y sostenido su causa, es un testimonio real de alguien surgido desde el seno del movimiento. Imposible mostrarle que no es cierto, como imposible es que la autoridad electoral pueda seguir el rastro del efectivo que aquí se descubre. Estamos frente a un mecanismo muy bien diseñado para no dejar por décadas, huella sobre cómo poder financiar movimientos y campañas políticas.
Todo, porque los liderazgos políticos no se construyen en poco tiempo. Son el resultado de años de trabajo en el piso, en las colonias, en los grupos sociales y todo esto cuesta. Sostener el movimiento social que hoy es gobierno, requirió un sólido mecanismo de efectivo que no dejara huella en el sistema financiero y no pudiera ser detectado por la autoridad electoral; se trataba solo de sobres y bolsas para poder ser transferidos a quienes operan el movimiento.
Campeones del acceso a la información pública como Julian Assange y Guacamaya, han permitido que la ciudadanía sepa aquello que el poder antes había hecho imposible de divulgarse. Por eso, es tan importante que la ciudadanía se informe -aunque sea de esta manera-, sobre cantidad de información que desconocemos, pues la ciudadanía no tiene posibilidad alguna de dar seguimiento a todas las estrategias de lavado de dinero que usan los partidos políticos.
El Presidente es también una persona de carne y hueso que, junto con su partido, -como lo muestra el libro de Elena Chávez-, utiliza mecanismos de mucho efectivo, para financiar su proyecto político, pues todos los que operan, se trasladan, comen. Aún con la lectura de poemas o alegorías como la del “plumaje que no se enloda”, el Presidente tiene en el libro “El Rey del Cash”, la evidencia real de cómo financió el movimiento que se constituyó en partido político para ahora, sostenerse por nuevas líneas de recursos públicos como lo son las prerrogativas electorales y de más nóminas gubernamentales, transformadas en “donativos” para la causa.
Las bases sociales del narcotráfico, los padrones electorales de beneficiarios, son ahora complemento decisivo para arrasar en las elecciones que vienen, que sumadas a los flujos de efectivos de decenas de nóminas de nuevos funcionarios de los gobiernos estatales que ahora tiene el partido en el poder, le hacen una maquinaria invencible, de fuerza descomunal. No habrá en años, un mecanismo innovador ni de la pírrica oposición que pueda con esta aplanadora electoral.
Lo preocupante en mi opinión, es que comenzamos a ver que después de comprobar la ciudadanía que los políticos usan a proveedores, a instituciones filantrópicas, al poder del ejército, a las nóminas de burócratas, tienen ya en el crimen organizado, otro mecanismo innovador para financiar sus campañas, máquinas potentes que decidirán el resto de nuestro futuro.