La democracia debería permitir a cualquier ciudadano llegar a representar o dirigir a su comunidad. Sin embargo, esto no sucede en México. Para arribar a un puesto de elección popular se requiere realizar primero una precampaña dentro del partido al que pertenezca el aspirante a candidato, y de obtener la añorada postulación, entonces abocarse a organizar una campaña electoral en forma. ¿Cuánto dinero se requiere para ello? ¿Usted, amable lector, tendría posibilidad de jugar una candidatura con opción a ganarla?
Las respuestas a las anteriores preguntas, es que se necesitan costales de dinero para estar en condiciones competitivas, y que, en sentido contrario a los postulados de la democracia, unos cuantos ciudadanos serían los que podrían tener opciones serias de disputar un puesto electivo. Por lo que debemos manifestar, que el juego genuinamente democrático, está muy lejano a nuestra realidad. Esto lo constatamos en cada votación.
¿Entonces cómo se le hace para ganar una elección? No se quiebren la cabeza. No se necesitan ideas innovadoras ni capacidades retóricas extraordinarias, solo se precisa dinero contante y sonante. Este se obtiene de tres formas: o del peculio personal (en el caso de los millonarios que aspiren a entrar en la política); el proveniente de los dineros que regentea el gobierno (robo); o de las extorsiones a los ciudadanos para lograr el cumplimiento normativo de concesiones, permisos, horarios, autorizaciones y aprobaciones variopintas.
El alma de la corrupción, insistimos, está enclavada en el fenómeno electoral. El camino al poder, lo saben muy bien los “políticos profesionales”, solo se obtiene robando y chantajeando. Hay muy pocas excepciones. De allí deriva el éxito de la corrupción.
Por eso no resulta sorprendente que de pronto se descubra la operación de moches a los empleados de las administraciones morenistas, a los que se les obliga a renunciar a parte de su sueldo como aporte a la campaña y organización del partido del actual presidente de la República. De hecho, resulta demasiado burda la estrategia de recolección de efectivo, sobres amarillos, mochilas y maletas, entregadas en la casa de MORENA. Son métodos ya superados.
Otros partidos más avanzados han encontrado fórmulas más sofisticadas y productivas. Los grandes contratos (obras públicas, computadoras, tecnologías de la información, uniformes escolares, mochilas, zapatos y servicios) con sobreprecios, que luego exigen el moche, en cash y por fuera, sin dejar rastro alguno. El blanqueo de dinero a través de empresas fantasmas, como la conocidísima Operación Zafiro del PRI en diferentes estados. O bien la vinculación informática de padrones de beneficiarios de programas federales, entre operadores electorales profesionales y secciones territoriales de votantes, como los que implementó en la última elección de Quintana Roo el Partido Verde.
Nuestras elecciones están forradas de cash. El ínclito INE y sus órganos estatales, tan orgulloso de organizar casillas, contar votos y recopilar documentación electoral, no reacciona ni protesta ante la derrama de cash en todo el territorio nacional, para envilecer a los electores comprándoles el voto. La derrama es grosera y no presenta límite alguno. En cada elección, el voto cuesta más y los montos aumentan. La estrategia conveniente para todos los partidos es que voten pocos, el plus, se obtiene por la compra y la clientelización de los sufragantes. Seamos claros, las elecciones son una simulación y un asco. Las fiscalías para perseguir delitos electorales son bellas durmientes, cuyo sueño no puede ser perturbado por ninguna denuncia.
¡Pruebas, pruebas, que presenten pruebas! Es la cínica respuesta de los ganadores ante los caudales de reclamos que puedan generarse por los derrotados, que seguro, también intentaron comprar votos.
Pues sí hay pruebas. La cantidad de dinero circulante en cash puede ser detectada sin problema por el Banco de México en sus mediciones técnicas llamadas M1, referente a los registros de base monetaria y dinero circulante. Así pudo comprobarse que, en la elección de 2018, la masa circulante se incrementó en ¡43,000 millones de pesos! (Reporte de BBC News, Darío Brooks, 16 de mayo de 2018). Allí está la fotografía de la corrupción que todos fingen no ver, que mantiene inmersos en la podredumbre a gobiernos, partidos políticos y zombis electorales (personas que venden su voto). Esa es la realidad que desnuda el cash.