La Selección Mexicana de futbol es un fenómeno singular en el escenario deportivo mundial. Para empezar, es el único equipo nacional cuya fanaticada está dividida entre dos países. Es el equipo de 120 millones de mexicanos dentro de las fronteras del país, pero también de decenas de millones más en Estados Unidos. Cualquiera que haya sido testigo de un partido de la Selección en tierra estadounidense sabe que el vínculo con la Selección es conmovedor. No se trata solo de un equipo de futbol. Hay algo más profundo. Una identificación vinculada con la nostalgia y la pertenencia a la patria que se ha dejado atrás, pero que sigue, ahí, cercana. La playera verde lleva de vuelta a México, aunque solo sea por lo que dura un partido.
Sus resultados deportivos también hacen singular al equipo nacional. Todos sabemos que México ha caído en siete partidos consecutivos de octavos de final; cada uno, una novela singular, con su propia historia. La famosa maldición del cuarto partido no tiene comparación en el futbol mundial. Pero tampoco la tiene el otro lado de esa moneda, el logro innegable que antecede al descalabro. Porque resulta que México es el único equipo, junto con Brasil, en superar la fase de grupos de los últimos siete mundiales. Solo México, y Brasil. Ni Alemania. Ni Argentina. Tampoco Francia, España o Uruguay.
¿Qué revela la devoción de los mexicanos por su equipo? ¿Cómo explicar las dos caras de su historia moderna? ¿Por qué una selección de futbol que consigue un logro indiscutible sin importar quién está enfrente puede después perder una y otra vez, de maneras distintas, en la misma etapa mundialista?
La respuesta solo la tienen los protagonistas.
Y eso es lo que fue a buscar un equipo de investigadores y documentalistas con el que tengo el privilegio de trabajar desde hace poco más de tres años.
El proyecto que ha resultado se llama “Al Grito de Guerra”, y se acaba de estrenar por la plataforma Vix Plus. Es una serie documental que aspira a ser la historia definitiva de la Selección Mexicana en su último medio siglo. En lo personal, es un sueño cumplido. Comencé mi carrera como periodista deportivo. Aprendí a entrevistar y reportear siguiendo a los futbolistas de la generación del Mundial 1994. Supe entonces que el futbol se entiende de una manera en la tribuna y de otra muy distinta sobre el césped. Lo que ven los jugadores no lo ve nadie más. Y la verdadera historia se cuenta ahí, entre una portería y otra durante un partido, en los vestidores, y en los entrenamientos. Por eso, para “Al Grito de Guerra”, entrevistamos a decenas de futbolistas que han vestido la camiseta nacional. Y luego hablamos con nuestros rivales, para saber cómo se ve la historia del otro lado de la cancha. El resultado es un mosaico entrañable y muy, muy emocionante.
Es un viaje nostálgico a nuestros triunfos y nuestras derrotas. Pero es también una lección. Porque la historia invita a la mesura. En estas semanas, por ejemplo, no hay más que pesimismo sobre la Selección en la Copa del Mundo que está por empezar. Los pesimistas deberían repasar la historia. En 1998, México hizo una gira antes de la Copa del Mundo de Francia. Fue una catástrofe. En el Mundial, a la hora buena, el equipo de Manuel Lapuente hizo un torneo extraordinario. ¿Podría hacer lo mismo el grupo actual? Seguro que sí. La historia está de su lado, y no es poca cosa.
Así que ahí lo tiene, querido lector, queda usted invitado a escuchar la historia de la Selección Mexicana en voz de nuestros héroes y nuestros villanos. De Borja a Hugo. De Quirarte a Márquez. De Bora a LaVolpe, Aguirre, Herrera y Martino. Y de Stoichkov a Maxi y Matthaus. Las anécdotas son asombrosas. Las imágenes inéditas, también (generosa, la Selección Mexicana nos compartió, por ejemplo, los videos de Rafa Márquez arengando a sus compañeros antes de salir a la cancha mundialista: una joya emocionante). No se pierda usted “Al Grito de Guerra”. Porque, en efecto, se vale soñar con cosas chingonas.
@LeonKrauze