Marcelo Ebrard es el mejor prospecto para nuestro País, dado que, en el año 2024, Morena arrasará en las elecciones presidenciales. Con una franja de preferencias electorales entre 45% y 55% y con el escenario altamente probable de que la oposición se presente fragmentada a esa elección, la única cuestión es quién será la o el candidato del partido del presidente AMLO, pues con ello se definirá quién será la o el próximo Presidente de la República.
La definición está entre las dos “corcholatas” que serán destapadas el cercano año próximo. Por ello, es interesante saber qué gana o pierde México con esta definición que al final de cuentas, hará AMLO oficialmente pronto. Los partidos de oposición plantean sueños guajiros sin entender que desde el 2018 el País cambió y ya no pueden plantear más de lo mismo. Ni el PRI puede resucitar a sus cartuchos quemados por tantas décadas de corrupción con una marca desgastada, ni el PAN tiene tela de donde cortar; sus candidatos (y menos candidatas) no tienen el carisma ni la popularidad ni las propuestas que pudieran levantarse en año y medio. Movimiento Ciudadano irá solo en la competencia y seguramente así podrá incrementar su posición electoral. Los demás, buscarán mantener el registro al aliarse con alguno de los ya señalados.
Esto quiere decir, que la oposición difícilmente podría sumar porcentajes de población mayores del 45%. El PAN ha disminuido su “voto duro” con tres años de enfocarse en atacar al Presidente y a Morena, sin construir una narrativa que conecte a las clases medias moderadas que están siendo capturadas por MC. La aritmética electoral ha comprobado que la suma del “voto duro” de partidos en alianza nunca cuadra. Por eso, Morena tiene una elección fácil donde ganará con cualquiera de las dos “corcholatas”.
Pero siendo Sheinbaum y Ebrard los dos contendientes en la dinámica interna y considerando las señales de que AMLO eligió desde hace un año a Claudia, la cuestión será plantearnos como observadores lo que ganaría México con una u otro, toda vez que alguno de los dos será el próximo Presidente. Ella representa al ala ortodoxa, radical e incondicional a AMLO. Proviene –a diferencia del Presidente-, de la izquierda histórica que desde la UNAM hizo trabajo de base para el proyecto popular de un México para las mayorías. Él, por el contrario, proviene de las propuestas del “centro democrático”, pues, aunque militó en el PRI, pasó por el PRD e incluso en los años de formación de Morena, transitó por MC y ha sido siempre un político de centro a quien algunos conocimos cercano a Camacho Solís.
En el escenario hipotético de Claudia, tendríamos 6 años más de continuidad análoga a lo que hemos vivido con AMLO, aunque con un desgaste mayor y complejidad para gobernar, pues ella no tiene ni lejos, el carisma de su mentor. De ser Marcelo, tenderíamos a un discurso de concordia y de acuerdos con todas las fuerzas políticas que mueven al País. Conociendo la trayectoria de Ebrard, él siempre logró tender puentes con las fuerzas opositoras, en tanto que Sheinbaum siempre creció atacándolas.
Pero ante la interrogante de qué haría ella de no ser nombrada, es fácil de responder: nada. Aceptaría la decisión. Pero de ser ella la elegida y quedar nuevamente marginado Marcelo, después de 40 años de prepararse para ser Presidente y no lograrlo, ¿cuál es la probabilidad de que salga de Morena y encabece a la oposición? Aunque parezca factible y sea quizá la única alternativa seria para ese hipotético frente de oposición, la probabilidad es muy baja, pues, aunque seguramente fuese muy aceptado por el empresariado y la sociedad, él, no lo aceptaría. Por eso, la oposición está perdida para el 2024. Las mayorías siguen esperando que el gobierno federal cumpla sus promesas, después de este sexenio perdido y estoy seguro que todavía Morena y AMLO, tendrán la ratificación de las clases populares y parte de las clases medias. Marcelo, de ser el elegido, sería en mi opinión, la única alternativa viable para conciliar a este País dividido y lleno de odios y que requiere de la participación de liberales y conservadores para volver a levantarnos.
 

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