Gente querida: comparto el gusto y honor de cumplir precisamente este miércoles, un año de ser papá adoptivo de una niña guanajuatense de 12 años. 
Este 9 de noviembre se conmemora el Día mundial de la adopción, un día en el que lamentablemente, 40,000 niñas, niños y adolescentes en el País y casi 800 en Guanajuato, seguirán “institucionalizados” en orfanatos esperando les restituyamos el derecho a recibir el amor de alguna familia. El día, también busca crear conciencia sobre la enorme necesidad de tener familias adoptivas para ellos y un recordatorio de todo lo que falta por hacer en el gobierno para evitar que todos esos niños se sigan “haciendo viejos”, pues el 60% de ellos ya pasan de 10 años y estadísticamente, nadie ya los adoptará.  
En León, deberíamos visibilizar esta realidad también, con opinión pública, con marchas pacíficas, con difusión, con exigencia, para que haya más familias adoptivas, más facilidad en trámites y más ciudadanos con empatía hacia la restitución de los derechos de esos NNA (niñas, niños y adolescentes) pues esta realidad nos debería apenar a todos. Según datos del Centro de Estudios de Adopción y el INEGI, en el 2021, el número de NNA sin cuidados familiares en el País se sigue incrementando más allá de los 40,000. Cuando el Pleno del Senado aprobó en el 2019 una ley que buscaba garantizar mayor protección a NNA que se encuentran en desamparo familiar, particularmente aquellos en situación de abandono, exposición o institucionalización (condición de vivir en un albergue u orfanato), queriendo ayudar, terminó por encerrar a los NNA, pues al complicar los requisitos de adopción, hizo si no imposible, muy difícil, la adopción y el acogimiento familiar.  
Adoptar es aceptar la patria potestad sobre un NNA para toda la vida y el acogimiento es recibir temporalmente a uno de ellos para que viva en el seno de una familia mientras se resuelve su situación de orfandad. En México, a diferencia de otros países, se ha complicado -y de más-, la adopción y el acogimiento. Si bien es cierto que debido a los abusos a la niñez la legislación se endureció, también es cierto que las condiciones sociales han cambiado por la crisis de nuestro modelo económico que genera grandes diferencias entre los ricos y los pobres, llevando a la orfandad y a la desprotección a miles de pequeños 
Es una realidad que la niñez es el eslabón más débil junto a los adultos mayores, para mostrar las fisuras del tejido social. La orfandad es una realidad lo mismo que lo es el abandono. Las casas hogar, los orfanatos, en México no deberían existir, pues son un remedio parcial al problema. Creadas con ganas sinceras de ayudar, ya por particulares o por instituciones religiosas, no suplen lamentablemente a la familia. Los pequeños abandonados o en condición de ser adoptados, deberían desde el inicio de su proceso de adopción, vivir temporalmente en hogares que cumplan con requisitos idóneos para acogerles, para protegerles, en tanto son adoptados por familias con certificados de idoneidad. Está comprobado en el mundo occidental que una familia de acogida –aun temporal o una familia adoptiva-, es absolutamente mejor, que una Casa Hogar.
La ley federal sobre NNA, buscando agilizar y transparentar los procesos de adopción, terminó en arruinar la vida de miles que no han sido adoptados y que a los 18 años deberán salir a la calle sin redes familiares ni de apoyo. Las estadísticas de UNICEF y del DIF nacional muestran que el denominado “certificado de idoneidad” es difícil de lograr y que permitiría que una pareja fuera candidata a la adopción, pues está diseñado para cansar a los más pacientes. El efecto: los años que los pequeños esperan en “casas hogar”, son definitivos para la formación de su personalidad y generan retrasos terribles, de los que doy testimonio de vida. 
En Guanajuato, necesitamos agilizar los trámites y animar a familias a adoptar pues son menos de una docena por año los que se concretan. Obtener un certificado de acogimiento, lo mismo que el de adopción es complicadísimo, lo que inhibe que alguien lo obtenga. Son meses de viajes, gastos, trámites, que lo hacen un martirio. Se requerirán nuevos esquemas, enorme generosidad de familias para adoptar, nuevas estrategias y reglamentos, facilidad de trámites, presión social, redes de organizaciones civiles, para que los pequeños tengan restituidos sus derechos. Esa sería una maravillosa manera de celebrar este 9 de noviembre.

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