En aras de impulsar el turismo en Badiraguato, Sinaloa, se anunció la construcción de un museo. No se había hablado del contenido de este museo hasta hace unos días que el alcalde de la localidad mencionó que sería dedicado al narcotráfico. El museo contaría con fotografías y objetos de los más conocidos narcos originarios de Badiraguato, como Joaquín “El Chapo” Guzmán, Ismael “El Mayo” Zambada y Rafael Caro Quintero, todos ellos nacidos en ese municipio. 

El alcalde aclaró que el museo no sería para promover la actividad de narcotráfico y que su objeto es mostrar a Badiraguato como una tierra de gente trabajadora, por lo que se mostrarían los problemas sociales que acarrean el tráfico y consumo de drogas. Esta declaración me resulta confusa. ¿Cómo? ¿Los narcos famosos serían presentados como gente trabajadora? ¿Hasta exitosa tal vez? 

Recuerdo que hace un tiempo, en la impartición de talleres de proyecto de vida y superación humana, muchos chicos decían que querían ser narcos porque se sentían atraídos por los lujos que proyectaba la narcocultura. Ahora todos quieren ser guardias nacionales. La juventud y la infancia son susceptibles de identificarse con quienes admiran. Si este recinto sirve para ponderar la trayectoria de personajes que han hecho daño al País envenenando a nuestra juventud con drogas y los objetos que se exhiban serán motivo de admiración, se estaría desorientando a la juventud a costa de atraer un turismo morboso.  

He ido a museos de instrumentos de tortura utilizados en la época de la Inquisición. Así también a museos de cera de Madame Tussaud que incluyen una parte oscura y tenebrosa de asesinos famosos cuyo mensaje es espeluznante, debido a las atrocidades que han cometido seres humanos en determinados tiempos de la Historia. Para nada resulta inspirador enterarse de estas atrocidades. Si se dijera que Badiraguato es un pueblo al que le interesa crear conciencia y le importa la educación, que le importa la cultura de sus habitantes y le atañe conocer su pasado y su presente para comprender cómo todo este conjunto cultural puede influir en el futuro, podría entenderse. Pero si la finalidad es solo atraer turismo a cualquier costo, se corre el riesgo de enviar un mensaje equivocado al rendir homenaje a quienes cometen actos ilícitos. 

A muchas personas les atraen los museos donde hay objetos que provocan miedo y resultan atemorizantes. Tal es el caso del popular Museo de las Momias en Guanajuato, donde actualmente se exhiben más de 100 momias en vitrinas climatizadas. La Casa de Tía Aura es considerada un museo que provoca emociones aterradoras a sus visitantes. El Museo Casa de las Leyendas de Guanajuato tiene como fin enaltecer las historias que han sido transmitidas por generaciones y con efectos especiales se dan a conocer las leyendas. 

Las personas disfrutan de experiencias diferentes y se sienten atraídas por historias asombrosas fuera de lo común. Aprovecharse de esta conducta humana enalteciendo figuras contemporáneas de delincuentes para lucrar y promover turismo me resulta censurable.

LALC

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