En este espacio mencioné hace dos semanas el proyecto “Niñas y Niños por la Igualdad”, que tiene como objetivo la prevención de violencia familiar y de género. Durante la impartición de talleres se hacían varias preguntas a chicas y chicos de cuarto, quinto, sexto de primaria y de secundaria. Entre estas se planteaba qué se esperaba de una niña cuando fuera mayor. La respuesta generalizada era que fuera mamá, que cuidara a sus hijos y que se hiciera cargo de las labores de la casa. Al preguntar quién limpia la casa, quién prepara la comida, contestaban al unísono: mi mamá. En el caso de los niños se esperaba que tuvieran un buen trabajo y que ganaran dinero.   

Me parece que esta forma en la que niñas y niños visualizan su futuro no fue considerada cuando la Comisión de Justicia del Congreso aprobó la reforma que elimina la disposición del Código Civil, que establece que los padres divorciados deben mantener a sus hijas mujeres hasta que se casen, ya que lo consideran discriminatorio.

El artículo 341 del Código Civil establece que los consortes divorciados tendrán la obligación de contribuir a la manutención de sus hijos. En el caso de los hombres, hasta que cumplan 18 años. Y en el caso de las mujeres, aunque sean mayores de edad, hasta que se casen y que vivan honestamente. 

La propuesta de Morena consistió en eliminar el condicionamiento para las mujeres y que quede a la par que la de los hombres. La explicación de la Procuraduría de Derechos Humanos indica que la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió que este tipo de disposiciones mantiene una visión estereotipada, ya que considera a la mujer incapaz de subsistir por sí misma y la limita solo al matrimonio. 

Si se considera que las creencias tradicionales siguen perpetuando la desigualdad de género, transmitiendo una educación basada en la desigualdad social entre hombres y mujeres, habrá que tomar en cuenta que el aspecto cultural de las chicas en el ámbito público, limita el que puedan prepararse y tener herramientas para lograr una autonomía económica, ya que se les contempla primordialmente para tareas domésticas y de crianza. Esto indica que niñas y niños no crecen en igualdad de oportunidades. No es que las mujeres sean incapaces, es que están marginadas por la tradición y la educación. 

Lograr la igualdad de género y empoderar a todas las mujeres y niñas, pretende que los seres humanos posean los mismos derechos y las mismas oportunidades. Por ello, es importante trabajar primero en la transformación de roles asignados y eliminar los estereotipos de género que obstaculizan el desarrollo. 

El papel que desempeña el hombre y la mujer ha sido designado a lo largo del tiempo por la sociedad. Es importante que tanto las niñas como los niños aprendan a realizar cualquier tarea doméstica sin ninguna distinción de género y que colaboren en casa con sus familias. Aquí es donde se debe trabajar antes de eliminar beneficios que contrarrestan la inequidad de género. 

LALC

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