La diplomacia no debe verse como algo superfluo u ornamental para un país, sino que es toda una ciencia que tuvo que evolucionar desde las antiguas civilizaciones y que tuvieron que relacionarse para no entrar en conflicto y sí para alcanzar mejores estadios de vida.

Esto se me ha hecho más visible con la función relevante que ha tenido Marcelo Ebrard para posicionar a México en el concierto mundial, porque incluso ha sanado situaciones negativas, como decía Don Quijote, desfacer entuertos.

Uno de los temas que ha impactado al orbe entero es la invasión de Rusia a Ucrania y, si nos tardamos en un posicionamiento claro, fue el Canciller quien emitió una condena enfática de esa agresión en el momento debido.

Rememoró que no podía opinar en ningún otro sentido porque nuestro propio país tuvo invasiones como la de Francia y las dos de Estados Unidos, a raíz de las cuales fuimos despojados de más de la mitad del territorio nacional.

En días recientes, el Secretario instó tanto a Rusia como a Ucrania a un alto al fuego e iniciar un proceso real de diálogo, para evitar más daños y muerte en la población civil y cortar el riesgo de un conflicto de mayores dimensiones en el mundo.

Ebrard, por sus resultados en el cargo que tuvo como Jefe de lo antes llamado Departamento del Distrito Federal, cuando no había alcaldías sino delegaciones, fue calificado como el Mejor Alcalde del Mundo.

Ese reconocimiento no fue un obsequio, ya que provino de haber disminuido los índices delictivos en una de las ciudades más pobladas del planeta, también lo fue la contribución en el combate al cambio climático y por alcanzar mejores niveles de desarrollo social.

En el tema de los compromisos internacionales, para paliar el calentamiento global, en la reciente Cumbre de la Cop27, en la persona del Canciller, México informó que, con fundamento en el camino para poder logarlo, se amplió el compromiso de disminuir las emisiones de CO2, de 22% a 35%.

Debido a que no es una tarea fácil y más bien se tienen que determinar los mecanismos, programas y políticas para alcanzarlos, el Instituto Mexicano de la Competitividad estará al pendiente de que se pueda cumplir esa meta, además de que se estará ante el escrutinio de las demás naciones.

Sin embargo, la meta mundial de limitar a un grado el calentamiento global no va a ser tarea sencilla, sino que, dijo el Canciller, “es un asunto multilateralista”, de colaboración de las grandes potencias y de solidaridad con los países en desarrollo.

Con el actual mandatario de los Estados Unidos, Joe Biden, y con sus jefes de Estado, se ha logrado una mayor colaboración con México, y las comisiones de trabajo han hecho compromisos a mediano y largo plazos, cuyo único riesgo que veo es una eventual llegada, de nuevo, al poder por parte de Donald Trump, quien no cree en el cambio climático.

Hay asuntos que se tienen que desbastar como los acuerdos para que siga el Tratado de Libre Comercio, tanto con EU como con Canadá y que se vayan eliminando sus miedos en torno a la pretendida Reforma Eléctrica, que tiene más fantasmas que monstruos reales.

En el tópico de las relaciones internacionales, nuestro Secretario de Relaciones Exteriores realiza una visita a Turquía, país con el que México tiene antecedentes de fraternidad por las inmigraciones de turcos, quienes, junto con libaneses, han ido conformando la multiculturalidad de nuestro país.

Para Turquía, México puede ser un puente en el comercio con Estados Unidos y Canadá, en tanto que Turquía para México se convierte en un socio y “paso” para ampliar el comercio con países de Europa del Este y con naciones árabes.

En suma, nuestra amistad con el mundo, depende de la continuidad de acciones y políticas que no deben ser flor de un día sino campo sembrado para cosechar y cultivar de nuevo, pero esto lo veremos en el siguiente sexenio.

 

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