Germán Martínez, quien durante el tiempo que ocupó Felipe Calderón la Presidencia de la República fue uno de los consentidos, chiqueados, que andaba de un cargo a otro sin el mínimo problema, de pronto se alió no a la 4T, sino a López Obrador.
Premio: senador de la República y a poco andar Director del IMSS.
¿Los méritos para tal andanza? Ningunos. Dedazo y ya, para que se viera con máxima claridad que los premios a quienes cambian de bando, partido o siglas, son rentables.
Esta parte de la historia política de México no debe olvidarse, ya que clarifica, con intachable realismo, cómo se arma y sostiene el poder supremo en nuestro País.
Se me va a decir que Germán no pudo o se desencantó del Seguro y que renunció. Luego se desilusionó de Morena y con otros amigos y compañeros senadores formaron un grupo llamado Plural. 
¿Tantos brincos para llegar de nuevo a la oposición?
Así es la política, espectáculo y en ocasiones tragedia.
Quien dude de lo afirmado observe con detenimiento toda la incluso pantomima que Ricardo Moreal Ávila ha montado para, por un afán manifiesto, seguir en Morena, pero por otro lado creando su propia fuerza política.
Como coordinador del Senado, le ha hecho buenos, útiles y notables servicios a López Obrador, con quien dice ser no uña y carne pero sí palanca creativa de la 4T.
Y como ocurre que quien domina en Palacio no lo tiene entre sus “fichas”, mencionadas y promovidas a la sucesión, entonces el zacatecano ha creado su propia ruta.
Él quiere ser Presidente de la República. En ese afán se mueve en todas las direcciones para ganar simpatías. Va con los boxeadores, se deja querer por quienes practican la lucha libre. Canta cada que es oportuno y encanta a más de un dirigente de los partidos llamados de oposición, o sea PRI, PAN y PRD, dando a entender que él, Monreal, los puede acaudillar con éxito.
Comentar o referir esta realidad se antoja una truculencia que no engaña ni al más tonto, ya que Monreal como caudillo de los no morenistas, no haría más que el papel de marioneta. Ideal, claro, para  Morena, que se supone luego lo premiaría.
Tiene, este personaje, los dos pies en el partido que él ayudó a fundar, a su decir, luego entonces es un morenista que por cuenta propia hace el trabajo de esquirol. Él no es ingenuo, nunca lo ha sido, tampoco se trata de un iluso o ignorante, trabaja para su partido pero en calidad de “astilla”, o sea como en el juego de  la ruleta o “la bolita”, se presta para engañar a los demás, con una astucia desmedida.
Ha dicho que a la manifestación a que convocó AMLO, para hoy precisamente, no acudirá. ¡Y qué tal si de repente por ahí aparece! Es parte de la truculencia de los políticos; un sí, un no o el clásico “ quién sabe” les reditúa.
Monreal Ávila sería el candidato ideal de la oposición; pero para Morena. 
En ese afán, está clarísimo, trabaja el Senador.
 

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