¿No les da vergüenza a los morenistas destruir el patrimonio político de México después de tantos años de padecer a caudillos, caciques, jefes máximos, dictadores perfectos, tlatoanis mesiánicos, oligarcas y déspotas iluminados, entre tantos otros innombrables? Que quede muy claro: desmantelar al INE no se reduce a extinguir un aparato burocrático. ¡Qué va! Desaparecer al árbitro electoral implica volver a la era de las cavernas, cuando México era “gobernado” de acuerdo a los estados de ánimo de una sola persona, un tirano que presumía aquello de que “quien cuenta los votos gana las elecciones.” La importancia del INE va mucho más allá del mero ámbito electoral. ¿Razones? ¿Quién va a invertir sus recursos en un país dirigido por un dictador ciertamente camuflado, que ignora la voluntad política de los ciudadanos y que viola las reglas del juego imprescindibles para crear certeza jurídica de cara a los competidos mercados de capitales? ¿Cómo convivir civilizadamente en México ante la inexistencia de un Estado de derecho para que prevalezca la ley de la selva impuesta por un dictador de acuerdo a sus intereses personales? 

Al desaparecer el INE entraremos en un círculo vicioso y maldito, porque a la falta un árbitro electoral desaparecerá nuestra embrionaria democracia para ser sustituida por una nueva dictadura encabezada por un sujeto extraído del paleolítico inferior que impondrá diputados, senadores, jueces, magistrados y ministros para extinguir la separación de poderes por la que México ha pagado una enorme cuota de sangre, de oprobio, atraso y destrucción generalizada.

Resumamos: si subsiste el INE, prevalecerá nuestra democracia y subsistirá nuestro Estado de derecho, el origen mismo de la certeza jurídica necesaria para atraer inversiones de las que depende la creación de riqueza, la contratación de empleos, la generación de utilidades que habrá de traducirse en una mayor recaudación federal para financiar el gasto público con sus inmensos beneficios sociales. Y a la inversa. Atentar en contra del INE, ignorar la voluntad política de la nación, provocará una descomposición social de consecuencias imprevisibles en nuestro futuro inmediato. 

Quienes apoyan a la 4T, la de la brutal involución de todo lo mexicano, ¿no les basta con haber desperdiciado más de 900,000 millones de pesos en obras públicas irracionales y corruptas, que nacerán quebradas, mientras un 40% de las escuelas públicas de primaria carecen de servicios sanitarios? ¿No se conduelen por la muerte de 750,000 compatriotas víctimas de la pandemia, muchos más fallecimientos que durante la Revolución Mexicana y la Rebelión Cristera juntas? ¿No les importa? ¿No se sublevan ante el terrible hecho de que cada 15 minutos asesinan a un compatriota ni sienten compasión por los miles de niños muertos de cáncer por la falta de quimioterapias o por la sospechosa desaparición de decenas de miles de personas o por la quiebra de los sistemas de salud, los educativos y los de seguridad? ¿Nunca protestarán por la bárbara expansión de la pobreza y del crimen organizado en el territorio nacional?

¿Quiénes son finalmente estos siniestros personajes militantes de morena que carecen del menor sentido de la dignidad y de la piedad y les tiene sin cuidado hacer añicos la marca México en el mundo? No, no somos una nación de desvergonzados, somos trabajadores, caritativos, generosos, emprendedores, geniales creadores, esforzados entusiastas y promotores de negocios, y ejemplares luchadores. Tan lo anterior es cierto, que hasta la llegada de la siniestra 4T, éramos la 13ª potencia del mundo, un lugar que nadie nos obsequió. Por algo será, ¿verdad?

¿No les da vergüenza a los morenistas el hecho de saber que, sin duda alguna, pasarán a la historia como la peor generación de políticos traidores que llegó al poder por la vía democrática, pero armada con un cuchillo afilado en la mano para hundírselo por la espalda a la Patria? Podrán intentar mil tropelías con el INE, sólo que la mayoría de los mexicanos ya les arrebatamos el antifaz y sabemos cómo tratarlos. Nos veremos muy pronto, lo que es pronto, muy pronto.

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