María Sabina fue una famosa indígena oaxaqueña. Entre sus virtudes tenía la de la intuición. Conocía de los hongos, aquellos que no hacían daño y los que servían para adormecer. Tanta su natural sabiduría que se postula, incluso en una película testimonial, que operó a varias personas con cuchillos cocineros. Mito o realidad.

Lo sobresaliente de esta situación es que la autoridad sanitaria de ese tiempo no se atrevió a hacer el mínimo pronunciamiento de dicho fenómeno… ¿Tuvo dudas, temor al ánimo popular? Nunca se supo.

Otro hecho que sacudió no únicamente a gran cantidad del pueblo abajeño y de lejanas latitudes fue “El agua de Tlacote”.

De pronto, como a manera de milagro, alguien divulgó la noticia de que en Querétaro, brotaba, de un pozo, “agua curativa”.

Como reguero de pólvora corrió la información que en unos días tuvo multitud de demandantes de ese líquido. Botes, garrafones y todo tipo de recipientes formados para llevar el agua milagrosa, curativa a diversos sitios. Hubo incluso personas que del extranjero acudieron por “Agua de Tlacote”.

Otra vez el temor de la Autoridad Sanitaria. Nada dictaminó ya que no realizó algún análisis. Dejó, seguramente por temor, que todo pasara como si nada ocurriera. Miedo seguramente, a una realidad popular. No existe otra explicación lógica, a la indiferencia oficial.

Después de meses, la fiebre por ese líquido se apagó y a poco por la pura creencia a algunas personas les sirvió; por lo menos a mucha gente la puso en alas de la fantasía.

En Xilitla, San Luis Potosí, Beto Ramón -no se si aún labore- atendía desde temprana hora, a personas que hacían fila desde la noche anterior.

Su fama era -o es- herbolaria. Una estantería enorme llena con hierbas en frascos y pomos con líquidos para, luego de escuchar al paciente, despachar.

Tampoco, que se sepa, ninguna autoridad sanitaria certifica este tipo de labores. Y conste que, por nuestra parte, no hay asomo de censura, menos cuando sabemos la gran labor que en esta materia realiza el Instituto Politécnico Nacional (IPN), a niveles científicos. Hay medicamentos en circulación que sus laboratorios han definido e insistamos, de la herbolaria.

En una visita que realicé a China, entre otras realidades, pude conocer los establecimientos en donde luego de escuchar al paciente le surtían hierbas, con las respectivas indicaciones.

La acupuntura, que en México se practica muy limitada, en China es elemental.

Cuento: en el grupo que formábamos, una dama de Monterrey, al día siguiente de nuestra llegada, ya no se pudo movilizar por un mal crónico en la columna.

Nuestro asistente propuso llevarla a una clínica de acupuntura. La afectada comentó que no creía en eso; que en su tierra ya se la habían aplicado, sin resultados positivos.

Se le aclaró que acá era el máximo nivel y además tenía que movilizarse. Aceptó. Al otro día ya estaba en acción. Su regreso y vida posterior fue normal.

En China, por cierto, asombra el cultivo de vegetales para su alimentación y el cuidado de los animales con que se nutren. A la vez asombra que en cualquier comuna, por muy apartada que esté, haya gas para quemar. Es su inventiva tal que en un hoyo le meten excremento de animales, vegetales secos, basura y !zas! El gas.

Esto que he referido es para que valoremos cuanto natura nos da y que muchas veces lo tenemos al alcance de la mano.

Claro que todo evoluciona, como la homeopatía que durante un tiempo se puso en duda sus alcances, hasta que se demostró que sus elementos curativos son positivos.

 

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