El año que acaba de iniciar no será nada apacible en términos económicos. Esto aplicará tanto a la economía mexicana como a las del resto del mundo. Algunos riesgos se ven en el horizonte, aunque también oportunidades.

Así como en otros países, la inflación en México seguirá siendo un dolor de cabeza durante los siguientes meses. ¿Cuántos más? Las opiniones al respecto varían mucho. Pero creemos que el final del alza desmedida de los precios en su conjunto ya se dio tanto en México como en Estados Unidos. Pueden dispararse aún más algunos precios, de acuerdo con situaciones tan volátiles como el estado de guerra entre Ucrania y la invasora Rusia, pero la inercia inflacionaria ya llegó a su fin a excepción, por desgracia, de los precios de algunos de los productos de la canasta básica de consumo.

Siendo así, la pregunta subsecuente debe ser acerca de las decisiones monetarias que tomará este año el Banco de México. No es una cuestión sencilla de responder, pero nuestra opinión es que el banco central aumentará el próximo 9 de febrero su tasa objetivo (su tasa de interés de referencia) tan solo un 0.25%, en línea con lo que probablemente hará su contraparte estadounidense. Si a eso se agrega otro probable incremento de 0.25% por parte de los dos bancos centrales en marzo, las tasas de referencia quedarán entonces en 11% para México y 5% para el país vecino. A lo largo del resto del año, a medida que la desaceleración de las dos economías sea mayor, los dos bancos centrales comenzarán a bajar sus tasas desde tales porcentajes.

Hay también mucha incertidumbre acerca del desarrollo económico que se tendrá este año en el mundo. Pero varias noticias recientes han reducido el pesimismo que privaba hasta hace poco. El crecimiento del producto interno bruto de China, la segunda economía de importancia a nivel mundial podría rondar el 5% este año. Además, al contrario de lo que se estimaba hasta hace unas semanas, habrá un cambio porcentual modesto pero positivo en el caso de Alemania y Francia, los dos grandes motores de la Unión Europea.

En el caso de Estados Unidos, los estimados de crecimiento para este año oscilaban hasta hace poco entre cero y menos del uno por ciento, pero ahora se han modificado ligeramente a la alza y están entre 0.2% y 1.2%. Por otro lado, la presunción es que llegado el segundo o el tercer trimestre del año la economía vecina se estanque temporalmente o caiga levemente.

Algo muy similar podemos esperar de la economía de México, cuyo crecimiento final, nos atrevemos a conjeturar, rondará el 1% en el 2023. Dadas las circunstancias mundiales, este porcentaje no es tan malo, pero se aleja de manera significativa del previsto por el gobierno el cual es tres veces mayor. Esto a su vez implicará que la deuda se abultará aún más de lo que se pensaba originalmente.

Entre otras malas noticias destaca una: la pobreza laboral seguirá en aumento en los hogares mexicanos. Entre las positivas puede destacarse otra: la relocalización hacia México de empresas transnacionales proseguirá su curso. El número podría ser aún mayor, pero la visión setentera que se tiene en Palacio Nacional respecto al sector energético menoscaba la inversión extranjera.

 

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