La noche del 30 de enero de 1933, la fecha del ascenso de Hitler a la cancillería, Erich Friedrich Wilhelm Ludendorff, uno de los grandes héroes militares de la Primera Guerra Mundial, respetado y admirado por la sociedad alemana, gran conocedor de Adolfo Hitler, le hizo llegar una nota a Paul von Hindenburg, el último presidente de la República de Weimar: 

“Puedo profetizar solemnemente que este detestable y execrable hombre (Hitler) va a conducir a nuestro imperio a un abismo y a hundir a nuestra nación en una inconcebible miseria. Las futuras generaciones van a maldecirlo a usted en su tumba por lo que ha hecho.”

Yo, por mi parte, me apresuro a hacerle saber a Peña Nieto que no solo las futuras generaciones lo van a maldecir en su tumba, sino que la actual irá en sonoras peregrinaciones interminables a escupir, entre otras fétidas y hediondas excreciones, en su sepulcro reñido en términos absolutos con cualquier principio de honor.

Peña sabía que López Obrador le había advertido a la nación que mandaría “al diablo a las instituciones” de la República, sentencia política que ha venido ejecutando, día por día, al tratar de destruir tanto la división de poderes, como los organismos autónomos creados para garantizar la supervivencia de nuestra democracia. A AMLO se le vio autonombrarse “presidente legítimo” al perder las elecciones en 2006, e intentó asestar su primer golpe de Estado al mandar bloquear el Senado de la República cuando se legislaba la reforma energética. Que quede claro: un golpista es quien secuestra a cualquiera de los poderes de la Unión. ¿Peña ignoraba las tentaciones totalitarias de AMLO, como cuando declaró que Fidel Castro, un tirano sanguinario, era un “gigante” a la altura de Mandela, y que la dictadura cubana era el ejemplo a seguir para México?

AMLO, como candidato, ofreció perdonar a Peña si le pavimentaba el camino a la presidencia. Era conocido el descarado enriquecimiento ilícito, tanto del jefe de la nación, como de la inmensa mayoría de su gabinete, además de legisladores y gobernadores: la putrefacción política a su máxima expresión.

Insisto: Peña sabía quién era AMLO, un terrible “Peligro para México”, y con tal de no pisar la cárcel junto con sus cómplices, no tuvo empacho en lanzar a México al abismo, siempre y cuando pudiera disfrutar en liberad su inmensa fortuna mal habida fuera de nuestro país, al que jamás habrá de volver a pisar.

Gracias al Pacto de la Impunidad, hoy en día mueren miles de niños enfermos de cáncer sin acceso a las quimioterapias, matan a un mexicano cada 15 minutos, asesinan a 12 mujeres al día, el narcotráfico de apodera a pasos agigantados de México, la inversión en infraestructura se desplomó escandalosamente, se ha producido una impresionante fuga de capitales, la inversión nacional y extranjera está contenida a falta de un Estado de Derecho; nuestros socios del T-MEC no comprenden la negativa a mejorar nuestros niveles de bienestar, cuando es un imperativo social. Por si fuera poco, no hay suficientes vacunas: murieron 750,000 compatriotas durante la pandemia, en razón de las prácticas suicidas de la presente administración que, además, lanzó a la quiebra a centenares de miles de pequeñas empresas. Escasean los medicamentos, prevalece la inseguridad, el crecimiento económico será nulo o negativo al final de la 4T, ocupamos el primer lugar en los índices de corrupción, según la OCDE, se destruyó el sistema educativo y se contamina a los estudiantes con conocimientos extraídos del bote de la basura de la historia. AMLO ha dividido a la nación, nos ha arrancado las costras, las heridas que nunca cicatrizaron, entre otros incontables males mayores. La justicia es selectiva, está politizada y por lo tanto, es inexistente, al mismo tiempo que se regalan recursos públicos para la compra de la voluntad popular.

¿Es más culpable AMLO, quien trabó una alianza pérfida con la Mafia del Poder, a la que prometió combatir y encarcelar, o Peña Nieto, el gran traidor, que torció el destino de México a cambio de su “salvación” y la de su pandilla, o ambos, porque juntos hundieron a México en una “Coprocracia” sin precedentes?

 

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