En junio del 2004 un millón de personas, vestidas de blanco, marchó para exigir a la autoridad federal y a la de la Ciudad de México (Fox y AMLO): seguridad, alto al secuestro y paz social.
Escribió Alberto Núñez Esteva (expresidente de Coparmex) en El Financiero de julio del 2014, a diez años de la “Vestidos de blanco y en silencio, cientos de miles de personas, algunos medios de comunicación calcularon un millón, marcharon desde el Ángel de la Independencia hasta el Zócalo de la ciudad de México aquél 27 de junio de 2004 con una consigna muy clara: No más secuestros. La emoción se reflejaba en el rostro de los manifestantes. Emoción por participar y ser parte de un grito que se lanzaba con enorme fuerza hacia la autoridad federal -el presidente Vicente Fox– y hacia la autoridad de la ciudad de México –Andrés Manuel López Obrador.
Caminar lento, tomados del brazo, hermanados en una multitud en la que participaban hombres, mujeres, adolescentes, uno que otro niño acompañado por sus padres, y lo más interesante: amas de casa, empresarios, trabajadores, artistas, estudiantes, sin distinción alguna de clases sociales o profesión. A todos nos unía un solo reclamo social: No más secuestros.”
A esta “Gran Marcha”, Vicente Fox, entonces presidente de México, respondió con un tibio: “…una extraordinaria muestra de dignidad y civismo”, Andrés Manuel López Obrador, entonces jefe de gobierno de la Ciudad de México, calificó la marcha como: “La marcha de los pirrurris”, denigrando a los manifestantes.
En resumen, ¡nada pasó!, los secuestros y asesinatos aumentaron, territorios completos de la república están hoy bajo control del crimen organizado y se innovó con el “cobro de piso” que tiene secuestrada a la sociedad entera ante la mirada impávida (o complaciente o cómplice) de las autoridades. Fox, después de tener una gestión de vergüenza como “pareja presidencial”, vio como Felipe le ganaba la partida en la competencia interna del PAN mandando a su delfín, Santiago Creel, El Señor de los Casinos, a la banca y se refugió en su rancho, seis años después, buscó protección e impunidad alabando al PRI de EPN, al que Felipe le entregó la presidencia jugando contra la candidata “azul”, Josefina Vázquez Mota que no era “Santa de su predilección”.
De Felipe solo decir que, ante el reclamo popular por más seguridad, gobernó la nación de la mano de Genaro García Luna e inició los sexenios cuyo distintivo son los miles de muertos producto de una fallida y mal planeada “guerra” contra el Crimen Organizado, opino, para servir a los gringos. Por su lado Andrés Manuel López Obrador, en lugar de recibir el castigo y el desprecio ciudadano por su desdén e insulto a la petición ciudadana de paz, tranquilidad y seguridad o por apropiarse de la Ciudad de México secuestrando el Paseo de la Reforma, en el 2018 fue premiado con la mayor votación en la historia electoral (que no democrática) de México, con 30 millones de votos; lo que le ha dado la legitimidad democrática y el poder legislativo al contar con una mayoría artificial y manipulada para hacer y deshacer a su gusto, desmantelando el entramado institucional de la República y conduciendo al país, en mi opinión, a crisis de gobernabilidad, seguridad, salud y económicas de las que tardaremos décadas en salir.
¡Bien!, exhibido y probado está que las marchas no sirven y aun así está la convocatoria para el próximo 26 de febrero (el Ser Humano es el único animal que cae en el mismo agujero dos veces), en la que al margen de la cantidad de ciudadanos de buena voluntad y que con un interés legítimo de proteger nuestras instituciones electorales asistan, nada va a pasar, pues las cosas no se deciden en las calles, se deciden en el Congreso, en un extremo, en la SCJN y finalmente en las urnas.
¿Qué hacer entonces, sería la pregunta?: en mi opinión hacer lo que no se ha hecho desde la oposición, dejar de criticar y trabajar por México de forma inteligente, gobernando eficazmente de acuerdo a los principios fundacionales, éticos, morales y democráticos de Acción Nacional y en coincidencia con la Doctrina Social de la Iglesia Católica plasmada en sus encíclicas, y ¡por favor!, ser congruentes mandando al carajo al PRI ratero, el PRI de Alito, Videgaray, EPN, Osorio, Meade, Rosario y demás asociados a la hasta hoy impune #EstafaMaestra que, entre otras muchas operaciones fraudulentas, desfalcó a México. Y ojo, dejarse de simular alianzas con la sociedad civil, que, como vemos con los candidatos del PRI en EdoMex y Coahuila, y los aspirantes al 2024, políticos partidistas todos, solo son usados,… porque ingenuamente se dejan usar… ¡Así de sencillo!
Un saludo, una reflexión.