Esta semana, contra todo lo que dijo y argumentó AMLO, la gran TESLA anunció la multimillonaria inversión para su mega fábrica en Nuevo León. Charlaron el hombre viejo de ideas viejas, AMLO, con un joven con ideas jóvenes, en una videoconferencia donde nuestro Presidente, tan acostumbrado a imponer sus propios paradigmas de “ganar solo” contra sus adversarios, se encontró con el magnate generador de riqueza que ha sido resultado de negociaciones “ganar-ganar”. El ritmo lento del pasado sin hablar inglés del mexicano, se enfrentó con la velocidad de un cerebro dinámico que solo mira al futuro.
Y es que si décadas atrás la tendencia mundial fue el “offshoring” (llevarse las fábricas a China para producir más barato), ahora la tendencia global es el regreso hacia zonas geográficas más cercanas. Esto es el “nearshoring”, una estrategia industrial que consiste en trasladar fábricas a otras regiones para estar más cerca del mercado de consumo fina y ahorrar varios de los costos asociados con ello. “Nearshoring” en México significa que las empresas extranjeras, tendrán acceso a zonas industriales desarrolladas, carreteras de calidad, y todos los servicios básicos de construcción/estructura que una empresa extranjera podría necesitar para iniciar operaciones, pues las firmas globales -y especialmente las asiáticas- han estado buscando una mejor puerta de entrada al mayor mercado del mundo: Estados Unidos; y esa llave de la puerta la tiene México en el norte y occidente del País, no en el sur.
Las industrias de la “mentefactura” como es la de los vehículos eléctricos, son “secas”, de bajo consumo de agua. Y esto, no lo sabe AMLO. Su terquedad llegó hasta afirmar semanas antes, que no habría autorización mexicana para que TESLA trajera su inversión a Nuevo León porque “no había agua”. Tamaño de ignorancia y miopía es la de AMLO; insistir en llevarla al sur del País, donde la cultura de innovación, las redes universitarias, el clima laboral, la infraestructura digital, son considerablemente menores. Musk nunca lo aceptaría. Es una fiera de las negociaciones y busca clima de negocios, no problemas.
Elon y Andrés Manuel, los dos provenientes del sur; aquel de Sudáfrica y este de Tabasco, charlaron desde dos mundos distantes, Aquel, migrante hacia el norte canadiense a estudiar ingeniería física y este, hacia la gran Ciudad de México a estudiar ciencias políticas. El tabasqueño inmerso en la cultura del subsidio gubernamental y el sudafricano trabajando desde joven para ganarse la vida. AMLO dedicado a la lucha social y a la exigencia de apoyos gubernamentales, Musk a las innovaciones disruptivas que generan valor a los productos. Nuestro Presidente, creador de movilizaciones contra el gobierno y el inversionista, hijo de la creatividad para emprender negocios.
Otros estados, como Guanajuato, lucharon para traer a TESLA y AMLO, -quien aborrece a la inversión extranjera-, tuvo en TESLA, un proyecto contrario a su manera de ver el mundo. Le choca, lo evita, pero ahora no tuvo otra que aceptar la fuerza de la realidad. Aquí no hubo monólogo para el Presidente; solo una contraparte audaz del futuro como es Musk. Lo que no ve, nuestro viejo Presidente de ideas viejas, es que la mitad de la inversión que la empresa automovilística estadounidense realizará en México, y que se estima que oscilará entre los 5,000 y los 10,000 millones de dólares, es que repercutirá en empresas las PYMES mexicanas.
Nuevo León seguirá siendo el ejemplo industria que caminará hacia la industria de los autos eléctricos, pues la mitad de la producción de TESLA, será contenido nacional y de ese monto, una parte importante será para pequeñas y medianas empresas mexicanas. AMLO seguirá aferrado al petróleo y despreciando a las energías renovables; continuará con su estrategia de caminar solo con 30 millones de votantes cautivos regalando subsidios y descalificando a las clases medias “aspiracionistas”, en tanto que Musk creará miles de empleos en la industria del futuro que es la innovación. Ganó TESLA, ganó el futuro.