Conforme pasan las semanas, el gobierno estatal y su partido se entrampan más, por carecer de sensibilidades, talento y capacidades para descifrar una realidad bajo el cambio de época que el mundo, México y Guanajuato están viviendo.
Acostumbrados a las decisiones verticales, generadas desde el Ejecutivo estatal, el modelo inspirado en la monarquía absoluta del siglo XVIII empieza a crujir por vetusto y grosero. Pensar que al Guanajuato del siglo XXI se le pueda recetar un gobernador designado por el actual mandatario, resulta ocioso. Solo se evidenciarían sus ganas de perder la elección.
Y es que los oscuros estrategas, influidos por el empacho de poder de los últimos años, no asumen el hartazgo de la ciudadanía en toda esta entidad federal. Las últimas encuestas revelan pocas probabilidades de éxito en los gobiernos municipales del corredor industrial y muestran proyecciones poco favorables en numerosos municipios.
Hoy, la capital la tienen perdida frente a Morena (37-26), luego de la desastrosa gestión de un alcalde corrupto y mal evaluado (3.2), protegido desde el palacio de gobierno estatal. La derrota del fracasado museo de momias, el fiasco de la instalación de parquímetros, la violencia contra regidoras, las acusaciones de campaña anticipada, la clientelización de sectores vulnerables de la población y la serie de ocurrencias diarias, han instigado su autoderrota. Su última estupidez: violentar la Sierra de Santa Rosa, entregándole permisos de venta a un desarrollo inmobiliario que incumple la normatividad federal de cambio de uso de suelo forestal.
Mientras padecemos el mal gobierno municipal, los ciudadanos de todo el país organizan y logran la concentración de personas más grande que ha habido en México. Desbordan la Plaza de la Constitución y replican la convocatoria en más de 100 ciudades del país. Se trata de un movimiento generado desde espacios libres y organizados de la sociedad. Es la insurgencia de las clases medias, que defienden su derecho a un sistema democrático desde el cual se generen buenos gobiernos, impulsados por la participación ciudadana.
En ese contexto, un PAN estatal artrítico debe de adaptarse a las nuevas condiciones que reclaman la apertura del partido al impulso de la ciudadanización. Pero su estructura está oxidada, ya que desde hace años cedió su vocación democrática por la instrucción gubernamental. En un intento desesperado, procura elegir candidata a la gubernatura entre un universo de 16 mil afiliados altamente manipulables a través de los conocidos padroneros del partido. Si así lo hace, irá al fracaso, por una sencilla razón: el gobernador ordenará por quién votar. Así la construcción de una candidatura oficialista sería la opción ganadora, que nos garantizaría un mal gobierno, ya que la candidata triunfante deberá cargar con todas las rémoras de la actual regencia, empezando por el malhadado fiscal.
La mejor opción es abrir la competencia a los ciudadanos para que en primarias abiertas, puedan votar por la mejor postulación. Para ello habría que atraer a las organizaciones ciudadanas, para que impulsen la participación de una buena parte de la sociedad. Pero esta opción tiene un problema: precisa de una dirigencia comprometida con procesos limpios y equitativos, que no permita la compra de votos, la clientelización y el acarreo de los padroneros. Esa votación debe de ser como las recientes manifestaciones rosas: libre, genuina, entusiasta, propositiva y que no deje basura. De allí saldría una propuesta fresca, oxigenada y muy probablemente ganadora.
El problema es que la actual dirigencia partidaria ha actuado exactamente en el sentido contrario de lo que se desea. Alentó las trampas electorales, combate las libertades ciudadanas, presiona a los miembros de los ayuntamientos panistas para que apoyen causas malsanas y están tocados por la soberbia.
El gobierno estatal por su parte se ha aliado a intereses privados que denotan prácticas basadas en la economía de compadres. Se ha asociado a empresarios voraces, protegido a políticos sin ética y tratado con desprecio a organizaciones de la sociedad civil que abanderan causas ciudadanas.
Como comprenderán, el giro que hay que forzar en el entorno panista es de 180 grados. Hay que recomponer muchas cosas en poco tiempo, retornando a las fructíferas alianzas con la sociedad que tan buenos dividendos rindieron en otros momentos. De otra forma, sin cambiar nada, el burdo experimento sería como comer sopa con tenedor.
Comer sopa con tenedor
Mientras padecemos el mal gobierno municipal, los ciudadanos de todo el país organizan y logran la concentración de personas más grande que ha habido en México. Desbordan la Plaza de la Constitución y replican la convocatoria en más de 100 ciudades del país.