Cuando a Andrés Manuel López Obrador lo mencionaron como el “Rey del cash”, ni se inmutó, menos tuvo una ligera preocupación de que ya no le llegarían recursos suficientes para su campaña. Él lo sabe y, de cierta manera, hasta lo reconoce, que con el dinero suficiente se pueden mover voluntades políticas de todos los niveles.
Precisamente por eso nombró como jefe de su gabinete al regiomontano Alfonso Romo. El cargo no existía, pero para tener un allegado que le llevara a Palacio poderosos caballeros con dinero, hizo esa nominación.
Y Romo cumplió, no cabe la menor duda, pues si se ha retirado un poco, es seguramente confiando en que no todo su capital lo va a jugar en la política.
López Obrador no tiene límite de recursos,  baja de donde quiere y dispone de donde haya. ¿Cómo lo hace? Ya sabemos la manera de proceder: simplemente son deudas a futuro.
Por ahora está encaminado a ganar la Presidencia, para una de sus fichas, con algo que se aproxima a los cincuenta millones de votos, y esa suma de sufragios de ninguna manera se podría lograr si no fuera mediante dádivas y compromisos.
Entiéndase bien que no únicamente Andrés Manuel requiere esos recursos financieros para levantarse otra vez con el triunfo; también la llamada oposición necesita dinero, dinero y más dinero para avanzar en la recuperación del poder político.
Está claro que los partidos, grupos, organismos, por ahora no oficiales, carecen de posibilidades financieras hasta para lo elemental, lo que quiere decir que, quiérase que no, en ese sentido don Andrés Manuel ya va muy lejos.
La verdad, aunque a algunas personas les duela, es que a la ahora llamada oposición le va a faltar una estrategia política y los recursos suficientes para sus movilizaciones.
Andrés Manuel ya tiene para sus fichas las sumas que va a requerir. ¿De dónde han salido? De donde usted ya sabe, porque el poder da dinero, el dinero viene del poder.
Quien quiera que quede en el lugar de AMLO en Palacio Nacional tendrá que ser una persona dispuesta a generar, no solamente política lopezobradorista, sino recursos que hagan cada día más fuerte al tabasqueño.
Si cree que quien llegue a Palacio Nacional después de López Obrador, le puede dar un “esquinazo” para bajarlo del tren en el que ahora viaja, eso es soñar despiertos porque AMLO ya lo tiene todo bien estructurado, menos cómo y de qué se va a morir.
Hemos de entender que López Obrador en su control administrativo ya va muy lejos porque ya tiene programada no tan solo la campaña, sino hasta cuánto va a costar lo que para él es otra aventura electoral.
En unos meses más, está muy claro, se verá el poder financiero que López Obrador ya tiene perfectamente calculado, cuantificado, ya sabiendo de dónde y cómo va a obtener todos esos recursos.
Para la oposición el gran conflicto es que ahora no tiene en sus manos el poder político y menos económico, por lo que para dar una batalla a nivel de la que se avecina, va a requerir una estrategia que sume dinero, dinero y más dinero, lo que se ve no tienen los políticos de la ahora oposición para enfrentarse con la caja de caudales de AMLO, que es sencillamente ilimitada.
Ni vendiendo la Colina del Perro, multimillonaria finca de López Portillo, junto con el rancho que la compañera María Esther tenía en Coyoacán, les va a alcanzar para un bocado financiero que compita con el lopezobradorismo.
Ya lo veremos y comentaremos.

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