La fuerza de la sociedad es inconmensurable aunque algún sociólogo pueda decir lo contrario. Los políticos y sus partidos se han dado cuenta que la ciudadanía es previsible pero no como una fórmula matemática.

Nos dimos cuenta de esto en la reciente marcha en contra del Plan B de la Reforma Electoral. Lo vimos en la marcha que se realizó con motivo de los cuatro años de gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Es seguro que de una parte y de otra, los convocantes se quedaron asombrados de lo que significa la sociedad como una fuerza que se debe valorar y respetar, ante todo.

En la marcha a favor del INE, no fueron los partidos los convocantes sino organizaciones sociales. Un partido de la oposición, por sí solo, en este momento no es capaz de una movilización de tal magnitud.

No se trata de mostrar músculo porque la sociedad es por sí misma un organismo vivo y no un órgano o extremidad de otro ente que lo comanda, aunque los liderazgos estiman que lo hacen de esa forma.

Si bien es cierto que en la historia de la humanidad los liderazgos han movido a las masas, lo cierto es que esa masa social primero tuvo que haber sido convencida de algo para movilizarse y reforzar algo o derribar algo.

Las revoluciones se han realizado con alguna causa específica, pero también se ha dado el antagonismo o la lucha de los opuestos y que es lo que desgraciadamente se plasma en las guerras civiles.

Los dirigentes, los líderes sociales muchas veces se vieron rebasados por la sociedad y el encauzamiento nunca ha sido fácil. Un ejemplo de ello es la guerra de independencia en México, en la que la masa sobrepasó más de una vez la intención del caudillo.

La toma de la Alhóndiga de Granaditas es la muestra más clara de lo que comento y el propio Hidalgo no fue capaz de controlar a la masa social en la que se manifestó un sentimiento de odio que estaba guardado, más que en el subconsciente, en el ánimo del pueblo.

Por esta razón es que hoy los líderes sociales primero deben valorar al poder ciudadano y respetarlo. En este tenor, es como se han organizado los Comités de Apoyo a Marcelo Ebrard en Guanajuato y en México, que están conformados más por sociedad civil que por afiliados a Morena.

Cuando se convence a la sociedad o cuando la sociedad se convence de algo, es momento de que su poder se potencialice, valga la tautología o la redundancia, pero es real e inconmensurable.

En los momentos políticos que se viven en nuestro país, con elecciones en este año y que son víspera para la Elección Monstruo del 2024, la sociedad civil definirá el futuro.

Ningún sector, ningún segmento por pequeño que parezca, se puede menospreciar porque todos forman parte de la sociedad en general. Los políticos centrados se han dado cuenta de esto y lo que buscan es ser empáticos, aunque parezca algo no posible.

Una idea que debe prevalecer es la necesidad de valores que permitan a la sociedad ser una sola y no muchas sociedades como sectores, minorías o mayorías puedan existir.

El respeto, más que la tolerancia, se debe promover. La solidaridad tanto como la empatía nos deben mover a una acción por el bien común. La sociedad civil es un cuerpo y tiene muchos órganos con funciones y formas distintas.

Todos los sectores sociales formamos un ente y este forma a una gran nación que es México, por lo que no debe estar polarizada o seccionada en dos o más partes. La unidad, pese a diferencias, puede ser la salvación de este gran país en el que vivimos todos.

 

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