Francisco Martín Moreno
“Sufragio efectivo, no reelección”, fue el lema consignado en el Plan de San Luis por Francisco I. Madero para su campaña electoral en 1910. Acabó con aquello de que “quien cuenta los votos gana las elecciones”, la tragicómica divisa porfirista que AMLO pretende reinstalar. El tirano fue largado a punta de bayonetazos del poder. Madero proponía hace más de un siglo: respetar el voto popular, insistía en que “el sistema reeleccionista estaba siendo un lastre para el país”, exigía elecciones limpias, y para lograrlo, convocó a las armas para que la voluntad popular no volviera a ser ultrajada.
El plan proponía “salvar a la patria del porvenir sombrío que le esperaba. bajo el gobierno de la nefanda oligarquía. que sin escrúpulos y a gran prisa están dilapidando los recursos nacionales.” “No vaciléis. arrojad del poder a los usurpadores, recobrad vuestros derechos de hombres libres y recordad que nuestros antepasados nos legaron una herencia de gloria que no podemos mancillar.” “La tiranía que oprime a México no tiene por base el derecho, sino la fuerza -demandaba Madero- no tiene por objeto el engrandecimiento y prosperidad de la Patria, sino enriquecer a un pequeño grupo” porque “el Poder Legislativo y el Judicial, están supeditados al Ejecutivo”.
Madero advertía que, al triunfo de la revolución, Díaz sería declarado traidor y sus funcionarios de más alto nivel serían llevados ante los tribunales, acusados de violar las leyes. ¡Bravísimo!
El Plan de San Luis, un documento fundacional, proponía el derecho a la democracia, el derecho a disentir políticamente, el derecho a competir por un cargo de elección popular, entre muchos otros más.
La historia se repite. “La Cuarta Trituración” encabezada por AMLO, insiste perversamente en destruir nuestra herencia maderista que le costó a la nación sangre sudor y lágrimas.
¡Claro que hoy en día también tenemos que salvar a la patria de un porvenir sombrío! ¡Claro que el actual gobierno morenista, es una nefanda oligarquía cleptocrática, que sin escrúpulos está dilapidando los recursos nacionales! ¡Claro que tenemos que arrojar del poder a quienes pretenden acabar con nuestra democracia, con nuestra división de poderes, con nuestras instituciones y con nuestros derechos de hombres libres. ¡Claro que la nueva tiranía, la 4T que oprime a México, no tiene por base el derecho, sino la fuerza, de ahí que AMLO coopte a una parte de nuestras fuerzas armadas, porque la 4T “no tiene por objeto el engrandecimiento y prosperidad de la Patria, sino enriquecer a un pequeño grupo”. Además, pretende que el Poder Legislativo, como el judicial, estén supeditados al ejecutivo, es decir, “mandar al diablo a las instituciones”.
López Obrador, un presidente reaccionario, de extracción ultramontana, está reñido con la modernidad en todos los órdenes de la vida nacional, por lo que será recordado como un presidente que insistió en gobernar a México con recetas extraídas del bote de la basura de la historia patria.
¿Qué haríamos, hoy en día, sin una ministra presidenta como Norma Piña, o sin ministros, como Javier Laynez Potisek o Alberto Pérez Dayán, auténticos héroes de la República, entre otros 5 más de gran estatura patriótica y fundadas convicciones constitucionales? Pocas veces en nuestra historia, el futuro de México había dependido de 8 personas de trayectoria impoluta, sólida formación jurídica y justificado amor por la patria.
¿La historia también se repetirá como cuando se establecía en el citado plan que Díaz sería declarado traidor y sus funcionarios de más alto nivel serían llevados ante los tribunales, acusados de violar las leyes? ¿Veremos en la cárcel a los altos funcionarios y legisladores de la 4T sin despertar al “México Bronco”?
AMLO ya canceló en los oficios de su gobierno, el lema del Sufragio Efectivo. No Reelección, tal vez para sustituirlo por: Sufragio NO Efectivo. Sí Reelección. A los ciudadanos nos corresponde luchar, tomados de la mano, por la supervivencia del lema maderista y para lograrlo, apoyemos a los ministros de la Corte que cumplen con su protesta de guardar y hacer guardar la Constitución para que la nación nada les demande.