El 9 de abril ha sido declarado por el Senado como Día Nacional de la Adopción. Adoptar es aceptar la patria potestad sobre un NNA y el acogimiento es recibir temporalmente a uno de ellos para que viva en el seno de una familia mientras se resuelve su situación de orfandad.
Según datos del Centro de Estudios de Adopción y el INEGI, en el 2022 el número de NNA sin cuidados familiares en el País rebasó los 40,000, y de acuerdo a mi estimación, en Guanajuato, es cercano a los 700.
En México, a diferencia de otros países, se ha complicado -y de más- la adopción y el acogimiento. Si bien es cierto que debido a los abusos a la niñez la legislación ha debido endurecerse, también es cierto que las condiciones sociales han cambiado por la crisis de nuestro modelo económico que genera grandes diferencias entre los ricos y los pobres, llevando a la orfandad y a la desprotección a miles de pequeños.
La ley sobre NNA es del 2017 y en el 2019 el Pleno del Senado aprobó una ley que buscaba garantizar mayor protección a NNA que se encuentran en desamparo familiar, particularmente aquellos en situación de abandono, exposición o institucionalización (condición de vivir en un albergue), queriendo ayudar, terminó por “fregarle” la vida de miles de pequeños, al complicar el asunto, pues hizo si no imposible, más difícil, la adopción y el acogimiento familiar. Ni los legisladores, ni los funcionarios del DIF o Procuraduría son padres adoptivos y no han vivido la realidad diaria de los NNA en orfanatos.
La reformada ley federal y estatal como su espejo, buscando agilizar y transparentar los procesos de adopción -pues cada vez es mayor el desbalance entre miles de parejas que buscan adoptar en relación con los cientos de pequeños que buscan ser adoptados-, arruinan la vida de miles de NNA, pues quedan destinados a permanecer en las casas hogar, dado que después de los 10 años ya nadie quiere adoptar.
Las estadísticas de Unicef y del DIF nacional muestran que el denominado “certificado de idoneidad” es difícil de lograr y que permitiría que una pareja fuera candidata a la adopción, está diseñado para cansar a los más pacientes. El efecto: los años que los pequeños esperan en “casas hogar”, son definitivos para la formación de su personalidad y generan retrasos terribles.
Es una realidad que la niñez es el eslabón más débil, junto la vejez, para mostrar las fisuras del tejido social. La orfandad es una realidad, lo mismo que lo es el abandono. Las casas hogar no deberían existir; son un remedio parcial al problema. Creadas con ganas sinceras de ayudar, ya por particulares o por instituciones religiosas, no suplen lamentablemente a la familia. Está comprobado en el mundo occidental que el seno familiar –aún temporal, de una familia “de acogida”- es mejor o menos malo que una casa hogar.
Necesitamos agilizar los trámites. Obtener un certificado de adopción puede durar más de un año, lo mismo que el de acogimiento, lo que inhibe que alguien lo obtenga. Son meses de viajes, gastos, burocracias que lo hacen casi imposible. Hace años, cientos de familias leonesas “acogían” a NNA en periodos vacacionales, fines de semana, para crear redes de apoyo a los pequeños. Esto ahora está penado y postra a los pequeños a estar encerrados en los orfanatos haciendo imposibles, incluso las visitas de buena voluntad. Se requerirán nuevos esquemas, enorme generosidad de las familias, nuevas estrategias, presión social, redes de organizaciones civiles, que busquemos que la legislación sea más sencilla y los pequeños que están en proceso de ser adoptados, puedan pasar temporadas, en “familias de acogida”.
Es indispensable, es urgente. En León, con una marcha pacífica, familias adoptivas y ciudadanos que buscamos la restitución de los derechos de NNA (niñas, niños y adolescentes) marcharemos hoy domingo a las 10 de la mañana, del Arco de la Calzada a la Presidencia Municipal, a nombre de ellos, para que esta realidad que nos ofende a todos, cambie. Los pequeños no pueden salir a las calles, los mamás y papás adoptivos, marcharemos por ellas y ellos.
MTOP