En agosto, los niños y adolescentes de México empezarán el ciclo escolar que les corresponda con un nuevo plan de estudios. En realidad, hablar de un plan implicaría conocer los objetivos, el calendario de implementación, conocer los materiales educativos. No será así.
El proyecto educativo considera que la fuente principal del conocimiento —o de los saberes, que es el término utilizado— es la comunidad. Los niños deben aprender de la comunidad en la que viven y así regresarán, eventualmente, sus conocimientos a la misma. No suena mal.
Pero en realidad, el planteamiento comunitario es una ilusión. O más bien, una trampa. Primer problema, ¿qué es una comunidad? Es posible tener cierta idea del alcance de una comunidad. En un entorno rural quizás sea más fácil delimitarla, pero ¿cuáles son los determinantes de una comunidad en un entorno urbano?
Segunda dificultad. Si los saberes comunitarios serán la guía educativa, ¿cómo se compaginará esa idea con la primera línea del artículo segundo de la Constitución que dice “la Nación Mexicana es única e indivisible”? ¿Cómo reconocer que México es un país pluricultural si es solo la comunidad la que determina el programa de clases? ¿Cómo preparar a los niños para ser parte del mundo y abrirles las puertas del mismo a través de conocimientos precisamente distintos a los de la comunidad?
Tercera consideración. Todos formamos parte de una comunidad, pero ¿dónde queda el individuo y el desarrollo del talento en este plan? Con este proyecto, una comunidad determinada —que no definida— podrá eliminar material educativo que considere irrelevante para la misma e incorporar el que desee.
El desarrollo y el aprendizaje de los niños estará en función de lo que decida la comunidad en la que estudien. Habrá escuelas que decidirán preparar a sus estudiantes para un mundo global, permitiéndoles acceder a mejores empleos y a mejores oportunidades de vida. Habrá otras que condenarán a los alumnos a vivir bajo las limitantes que la comunidad decida.
Aún no hay claridad en la forma en la que se implementará este modelo educativo. Los libros aún no son públicos, los profesores no han sido capacitados, los directivos escolares no saben cómo implementarán los ejes y pilares de estos saberes y comunidades.
En un momento en el que es urgente recuperar los aprendizajes perdidos durante la pandemia y evaluar los avances o retrocesos tanto académicos como socioemocionales, México decide evitar el tema con una ilusión de aprendizajes comunitarios. No podremos llamarnos a sorpresa cuando el daño sea evidente.
@ValeriaMoy