Por: Claudia Ruiz Massieu*

Este martes, el pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación aprobó por mayoría calificada la invalidez del decreto que trasladó la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional. Si bien los efectos de la sentencia se definirán hasta el día de hoy, en sesión del pleno, la votación es suficiente para declarar la inconstitucionalidad de la reforma militarista. 

Esta sentencia tiene tres consecuencias concretas para el funcionamiento de la Guardia Nacional. Ante todo, al declarar inválida su adscripción a la Sedena, la Guardia deberá incorporarse bajo una autoridad del ramo civil, en este caso, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana. La segunda consecuencia es que el secretario de la Defensa perderá la facultad de designar al titular de la Comandancia de la Guardia Nacional, lo que implica que el próximo mando volverá a ser tanto civil como designado por autoridad civil. Finalmente, los policías militares integrados a la Guardia Nacional perderán el fuero militar, puesto que ya no serán considerados miembros activos de las Fuerzas Armadas, y responderán ante justicia civil en caso de cometer algún abuso. 

Esta es quizá la sentencia más relevante de la Suprema Corte en el sexenio, y será histórica. En un contexto lleno de presiones, ataques y hasta amenazas cotidianas, ocho ministras y ministros respaldaron, con valentía y responsabilidad, el proyecto del ministro González Alcántara. Esta sentencia, además de ser una victoria jurídica, representa un triunfo para la ciudadanía que ha salido a las calles a defender a nuestra democracia.

Además, esta resolución judicial es un triunfo para el Bloque de Contención en el Senado de la República. El proyecto aprobado se sustentó en la acción de inconstitucionalidad que promovimos el año pasado los senadores del PRI, PAN, PRD, MC y el Grupo Plural. 

Los mexicanos tenemos el compromiso ético y práctico de preservar el legado institucional por el cual lucharon nuestros antecesores, pero sobre todo de no perderlo para nosotros mismos ni para nuestros hijos.

Lo único más fuerte que la ciudadanía, es la ciudadanía organizada. Y una ciudadanía organizada que reconoce, defiende y respalda la autonomía de los contrapesos frente a las presiones, los ataques y las amenazas del oficialismo, tiene el potencial de construir una democracia inquebrantable.

 

* Senadora de la República

 

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