Cuando hace más de 80 años, cientos de jóvenes pilotos de la Real Fuerza Aérea de Inglaterra se enfrentaron con sus aviones Spitfire, a los aeroplanos Messerschmitt de la Luftwaffe y ganaron la Batalla de Inglaterra, un Hitler rabioso se vio obligado a renunciar a sus objetivos. Fue entonces cuando Churchill rindió un homenaje a dichos aviadores y acuñó una frase para la historia: “Nunca tantos debieron tanto a tan pocos”. En el caso mexicano, en relación a la 4T, bien se podría argumentar: porque nunca tan pocos, hicieron tanto daño a tantos mexicanos.

Las sabias palabras de Churchill resonaron la semana pasada en el salón del pleno de la Corte, cuando 8 ministros de 11 que integran nuestro máximo tribunal, auténticos héroes de la República, le asestaron un tremendo revés al presidente y a Morena, su partido, en torno a la adscripción de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa. El artículo 21 de nuestra Carta Magna establece a la letra: “Las instituciones de seguridad pública, incluyendo la Guardia Nacional, serán de carácter civil, disciplinado y profesional.” ¿No está claro, clarísimo?

Mientras dichos honorables 8 juristas declaraban un ¡NO! a la militarización del país por sus funestas consecuencias y se sometían al texto constitucional, ya que el ejército no debe tener el control operativo de un cuerpo de seguridad civil, por otro lado, 3 ministros, Ortiz, Esquivel y Zaldívar, “políticos con toga”, como ya se les reconoce en los medios judiciales, operadores camuflados de la 4T, o tal vez, ya ni tan camuflados, votaron en contra de la disposición específica establecida en nuestra Carta Magna para cumplir con acuerdos inconfesables con el Presidente de la República, con lo cual pasarán a la historia acusados de haber cometido auténticos ultrajes en contra de la independencia y autonomía de nuestro máximo tribunal, empeñado en respetar y hacer respetar la Constitución y a garantizar la independencia del Poder Judicial y con ello, la paz social.

¡Qué días aquellos cuando, con la mano derecha extendida, en sesiones solemnes, los 3 ministros de la ignominia protestaron desempeñar leal y patrióticamente el cargo de ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen, mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión! ¡Claro que no desempeñaron patrióticamente su cargo! ¡Claro que no guardaron la Constitución ni vieron por el bien de la Unión ni habrá consecuencias para los violadores de nuestro orden jurídico! La patria casi nunca demanda nada, hasta que demanda en estallidos indeseables de violencia cuando despierta el México Bronco.

Tanto AMLO acepta que su proyecto militar era inconstitucional, que no enviará una nueva iniciativa legal para insistir en la adscripción de la Guardia Nacional al ejército, sino que propondrá en septiembre del 2024, en un nuevo congreso, según él dominado por la 4T, una reforma al artículo 21 de nuestra Carta Magna, o sea, una confesión de parte al haber intentado un proceso ilegal para someter con chantajes a uno de los poderes de la Unión. La historia registra todo. También registrará, eso espero, que en el 2024 Morena no obtenga en el congreso ni siquiera la mayoría simple.

¡Cuánto peligro corrimos los mexicanos, si en lugar de 3 lacayos, hubieran sido 4 los sirvientes de AMLO, enemigos de la separación de poderes, que hubieran votado por la militarización de México! Urge una reforma constitucional para que la suerte de la República no dependa del voto de un solo ministro, como hubiera podido ocurrir en la especie.

Soy novelista, es irremediable, pero, en relación a los 8 ministros que próximamente habrán también de oponerse al plan B, o sea a la destrucción de nuestro sistema electoral, les dedico la letra inolvidable que todo mexicano debe saber de memoria: ¡Para ustedes las guirnaldas de oliva! ¡Un recuerdo para ustedes de gloria! ¡Un laurel de victoria! ¡Un sepulcro de honor! Para los lacayos, enemigos de la República, un justificado lugar en el hediondo y pestífero basurero de la historia.

 

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