Domar la petulancia y la desmesura es algo muy difícil. Esta patología de la personalidad, muy común en los políticos, es la causa de errores y despropósitos en muchos gobiernos, de todos los niveles. A partir de la toma de posesión, en derredor del gobernante, se constituye un cerco burocrático muy difícil de romper. La estrategia más común de este agrupamiento cortesano es la adulación, muchas veces llevada a niveles ridículos.
El nuevo presidente, gobernador o alcalde acaban convencidos de que son la quintaesencia de la inteligencia, guapura y liderazgo de toda la sociedad.
Por eso es muy importante dejar la puerta del despacho abierta; no permitir que se construyan torres de marfil, que encarcelen dentro, a quien toma finalmente las decisiones. Ese es un claustro que excluye al gobernante de la realidad, la crítica y el reclamo.
Pensamos que nuestro actual gobernador puede ponerse ese saco. Se encuentra atrapado en un mundo alternativo construido por los filtros que le aplican sus allegados más íntimos. Este fenómeno tiene un efecto pernicioso, consistente en la posibilidad cada vez más alta de generar desorden.
La medida del desorden se denomina entropía, luego, mientras más decisiones se tomen, que contribuyan a crear desorden, tendremos mayor entropía. Pongamos un ejemplo: cuando alguien decide ponerle crema a su café, cambia las características del producto desordenando sus moléculas (aumentando la entropía) de tal manera que resultará dificilísimo volver atrás, separando la crema del café.
Esto sucede cuando, trasladado a la política, se toma una mala decisión, que desordena todo, y que luego es casi imposible corregir para restablecer las condiciones anteriores. Esto ha sucedido en el ámbito estatal guanajuatense. Se aumentó la entropía con el nombramiento como secretaria de Sedeshu de Libia García.
Desordenaron todo, y han generado resistencias y antipatías al interior del PAN y sus simpatizantes. Esto es un efecto que los consejeros de Diego intentan neutralizar con una vieja pócima priista: la cargada. Y allí está el imprudente grupo de asesores, dañando no solo al gobernador sino también a la novel precandidata, disfrazándose de priistas de los ochentas, en la noche de carnaval. ¿Quién iba a decir?
Y mientras tanto los ánimos se caldean. Los grupos internos afilan cuchillos y se aprestan a la batalla. Se perderá la guerra si no hay unidad, eso lo saben bien los viejos políticos. Pero tal parece que esta condición no le interesa al grupo hermético que pretende manipular la competencia interna. Van por todo, quieren gobiernos porque desean negocios.
Luis Alberto Villarreal y Alejandro Navarro les mostraron el camino de la corrupción institucionalizada. Van por ella.
Y si no me creen, verifiquen la insensatez: La precandidata oficial, estaba en zona de confort en la Secretaría de Gobierno. Desde ahí lucía y se desempeñaba muy bien y de manera natural. Ahora, con una sola imagen logran ridiculizarla. De pronto aparecen bardas pintadas con la frase “#EsLibia”, en irónica imitación de la ilegal campaña de Claudia Sheinbaum.
Con ello, de un solo golpe, la convierten en una émula de la criticada corcholata morenista. Habrá que tomar nota, ahora ambas precandidatas, Libia y Claudia, comparten un mismo ADN: el dedazo.
Segundo yerro. Estrenan a la secretaria García como una eficaz combatiente de la pobreza, rodeada de personas depauperadas, que muestran, sonrientes, un pinchurriento vale-grandeza de ¡50 pesotes! La foto es patética. Esa estampa nos indigna y demuestra lo insulso que es el combate a la pobreza del gobierno en turno.
Para rematar tropiezos, se cuela un documento interno del Comité Directivo Estatal del PAN, en el que se propone el cambio de género para la próxima candidatura a la Presidencia Municipal de León.
Es López Mares, haciendo el trabajo sucio que se le ordena. Una amenaza directa sobre Alejandra Gutiérrez, para intentar doblegarla, y en su defecto, poder impulsar la candidatura de un tal Aldo Márquez, a la alcaldía leonesa.
Así las cosas, todo acabará mal… y aunque pudieran ganar, el mal gobierno estará garantizado.
Bajo estos parámetros, no hay forma de transitar a una sólida unidad y a construir un partido fraterno, de mujeres y hombres comprometidos con ideales, como era antes. Hoy, desde la jefatura de gobierno, lo están pudriendo todo. La pedantería los ciega y la entropía crece.