Por: Luis Miguel López Díaz

-¡Pronto, Chabela, llegó lo que tanto esperábamos! la carta de nuestro señor presidente. Esto nos cambiará la vida. Ábrela y comienza a leerla, mujer.

La esposa se limpió las manos para quitar los restos de masa de tortillas, que hacía para venderlas entre sus vecinos. Abrió el sobre rápidamente y comenzó a leer.

En la ciudad tal, a los tantos días de tal mes del año en curso. Líder, es un gusto para mí saludarle y desearle parabienes a su honorable familia. Como ya es bien sabido hoy tomé posesión como nuevo presidente, después de ganar unas reñidas elecciones, en las cuales, usted, mi líder, fue pieza fundamental para  levantarnos con el triunfo. A partir del día de hoy, usted tendrá a verdaderos amigos en la presidencia. Amigos con los cuales puede contar y confiar en cualquier situación que se le presente. 

Es mi deber informarle que el cargo público que usted me solicitó, por el momento no le fue encomendado. Ya ve como es la oposición rapaz y mezquina, no quiere ver a nuestro movimiento triunfar. Tenga la seguridad que yo personalmente lo puse en la terna final y lo defendí hasta donde humanamente fue posible,  pero esos avorazados, contrarios a nuestro legitimo movimiento, no aprobaron a tan distinguida persona; a usted, mi líder. 

Mi líder, pero esto no termina aquí; este periodo presidencial se pasa volando y preguntándole a todos nuestros amigos, ya ansiamos que se lleguen las próximas elecciones, para verlo firme y entusiasta como siempre lo es usted. Que convoque a esas ovejas descarriadas u olvidadas y que usted, mi líder, los lleve a conocer los caminos de la política, para que nos alcemos con la victoria nuevamente y entonces sí, las puertas estarán abiertas para usted de par en par. La finalidad será ganar de forma arrolladora para tener mayoría y que nadie ajeno le niegue el puesto que usted se ha ganado a pulso, mi líder. 

Queremos verlo a nuestro lado, hombro con hombro a ese gran líder que nos ha llevado a tantos triunfos, porque si de algo estoy seguro, es que donde está usted, mi líder, está el triunfo de la democracia. Lo queremos en las filas de nuestro partido como esa figura que nunca se cansa, que siempre está a la búsqueda de una oportunidad para tomarse un café de a gratis y compartir su sapiencia política. Queremos que esos desgastados zapatos, siempre a medio lustrar, con esas medias suelas siempre oportunamente renovadas, nos acompañen en las próximas batallas electorales a recorrer nuestro amado territorio para llevar nuestro mensaje siempre optimista y de oportunidades para todos.

Es también mi deber comunicarle que la suma económica que usted me requirió por la prestación de sus valiosos servicios políticos, por el momento no se le puede otorgar. Ya conoce usted de estos tejes y manejes, mi líder; la administración saliente, que cabe hacer mención, no era emanada de nuestro glorioso y patriótico partido, nos ha dejado en la ruina. Se llevaron hasta los sacapuntas y las gomas de la Presidencia. No tenemos ni para café, mi líder, así que en estos momentos su gratísima presencia sale sobrando en este inmueble, pues ni eso le podemos invitar.

Mi líder, es para mí muy grato contar con su valiosa amistad y lealtad a toda prueba, por lo tanto me es muy grato comentarle lo siguiente: Antes de que terminen de desmontar la improvisada casa de campaña, esa que usted nos consiguió y de la que usted ha pagado puntualmente la renta en estos seis meses, que fue nuestro cuarto de guerra, nuestro bastión… Mi líder, sírvase pasar por ahí. ya giré instrucciones para que le entreguen la jarra de plástico, con sus cuatro vasos rotulados con el logotipo de nuestro ilustre partido y para que vea que estoy al pendiente de todo. También le dejé personalmente las cuatro playeras tipo polo que me solicitó durante la campaña política recientemente finalizada. 

Déjeme ver qué puedo hacer en estos días, si algo llega a suceder con su puesto administrativo, que me solicitó en tiempo y forma, para que se integre a esta  administración, yo inmediatamente y de forma personal le avisaré, mi líder.  

Por último, me gustaría aclarar lo siguiente: De las varias docenas de tortillas que amablemente elaboró su distinguida esposa y que se repartieron para acompañar las carnitas en el cierre de campaña que fue todo un éxito, me gustaría hacerle una pregunta, mi líder. Ya lo dice el viejo refrán “cuentas claras, amistades largas”, ¿las tomo como una aportación a nuestro movimiento democrático o debemos de pagarlas? Sabedor que será una aportación voluntaria de su parte, admiro su compromiso y el de su familia con nuestros ideales.  

Me despido, mi líder de líderes, reiterándole mi sincera admiración y mi agradecimiento eterno. Saludos y consideraciones a su apreciable familia. 

Chabela, al terminar de leer la carta, se quedó viendo fijamente a su incrédulo marido, con esa mirada que le dirigía en cada ocasión que el venerado partido llegaba a la presidencia. Arrugó el “documento oficial” y con el sobre incluido, lo arrojó al fuego del fogón. 

Luis Miguel López Díaz, originario de Uriangato, Gto., ávido lector de cuentos y novelas, principalmente de autores latinoamericanos, de profesión Químico farmacobiólogo y Licenciado en Mercadotecnia, ha publicado en las revistas Karari y Ecos Literarios dependientes de la red de tertulias literarias de Guanajuato. Así mismo, está por publicarse un cuento infantil científico a nivel nacional por parte de la Sociedad Mexicana de Ecología.

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