Las ferias del libro son mucho más que sólo libros. La primera a la que asistí en mi vida fue una Fenal, y saliendo de ahí decidí que quería estudiar literatura.

Probablemente lo que me convenció, fueron todas las posibilidades que hay dentro de la lectura y que es lo que las ferias del libro nos recuerdan.

Con el pretexto de comprar un libro (quizá ya predilecto, quizá uno cualquiera para cumplir el propósito de comenzar a leer), aceptamos la invitación a la feria y descubrimos que es un lugar sin prisas, en el que otro tipo de manifestaciones y de interacciones son posibles.

No es al azar que sus programas incluyan música, performance, talleres, conversatorios, pues cada disciplina y forma de expresión de la que podemos ser espectadores nos permite leer el mundo de otra manera.

Tampoco se puede ignorar que las presentaciones editoriales son las que más llenan la agenda, porque es indispensable hablar de libros, pero esto nos ayuda a dejar de pensar a los escritores como seres inalcanzables.

Los autores más generosos nos permiten notar que no tienen todas las respuestas, que titubean al presentarse, que hacen ruido al beber agua y que se sonrojan ante los aplausos como cualquier persona.

También son ellos los que nos dejan una enorme curiosidad por encontrar en su escritura la suspicacia y la cercanía con la que hablan de su obra. 

Escoger un libro es uno de mis rituales favoritos de la lectura y hacerlo en un recinto ferial adquiere un matiz diferente. 

Ante la variedad editorial que existe en las ferias, podemos dejarnos atraer por el arte de un libro, por su color, por el puro título, con la confianza de que si no encontramos algo que nos llame la atención en un stand, lo intentamos en el siguiente.  

Otro de los encantos de una feria del libro es que sus puertas están abiertas para todos los transeúntes, tal como se abren hoy las de la Fenal, y que en un arranque de curiosidad hasta el más desocupado lector puede atravesar.

Durante la universidad tuve la oportunidad de ser voluntaria en una feria del libro y años más tarde trabajé vendiendo libros en algunos stands de la misma. Esta es la primera vez que escribo sobre una.

Los próximos diez días estaré compartiendo en este espacio todo aquello que me encuentre en los pasillos de la Fenal y que me permita recordarles que la lectura es un lugar de posibilidades.  

esosa@am.com.mx

 

 

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