¡Llueve, por fin, llueve! ¡Qué gran bendición es la lluvia! Pero, como siempre, solo nos damos cuenta, ¡hasta que nos falta!

Ya llevamos algunos años de sequíaen el periódico dice que es la peor desde el 2012, pero tampoco los años anteriores a éste, ha llovido bien, “como Dios manda”, diríamos: llevamos ya varios años sin suficientes lluvias.

Lo podemos notar en las flores de las jacarandas y de muchas plantas, que salen más pequeñas que anteriormente… pareciera que hasta un poco marchitas aún antes de brotar del todo. En los frutos, también minúsculos, de nuestros árboles. Se puede observar en la casa de la Exhacienda en la presa del Palote, cuando ya pone sus puertas y ventanas al descubierto… en la tierra reseca y resquebrajada por el sol… 

Lo notamos en el fuerte calor que percibimos al salir a la calle, donde parece que el pavimento hierve; donde ninguna sombra es suficiente. Se siente en la boca que se seca de solo hablar; en nuestra piel que se descarapela, así como, en nuestra nariz y ojos resecos. Se siente en nuestra irascibilidad y en lo negativo que vemos el futuro.

Y de pronto, cómo si fuera una bendita magia, empieza a refrescar y a sentirse una brisa suave y fría. Se ven unos nubarrones… primero, aislados, pero luego, empiezan a tachonar el cielo… y así, sin ruido, con mansedumbre, inicia un goteo lento… un “chipi chipi” le decimos… tal vez, asemejando la palabra “chipil” … como consentido… como consintiéndonos… 

Caen, desde lo eterno, suaves gotas que nos mojan, nos atemperan… que nos desempolvan el alma y los pensamientos… que nos suavizan la vida y la piel… que nos alegran el carácter y nos ayudan a ver lo lindo del día… suaves gotas que ayer por la noche, se convirtieron en alegres riachuelos que arrullaron nuestros sueños haciendo una pequeña sinfonía que pareciera adormecer nuestras preocupaciones… 

Porque ayer así llovió, me imagino, que cómo debe ser la Paz… la Humildad… sin truenos ni relámpagos, sin ruidos que asusten o luces que te despierten repentinamente… suave, sin aspavientos, simplemente dejándose fluir, casi sin sentir… solo cumpliendo su misión… 

¡Bendito seas, Señor Dios del Universo, por esta lluvia que nos das, fruto de Tu generosidad! Danos, por favor, más lluvia… danos, por favor, más Paz, para poder seguir construyendo un mundo más justo… para poder seguir apreciando la Vida… danos, por favor, más Humildad, que nos permita seguir dándonos cuenta, que aunque podemos hacer muchas cosas, aún hay todavía un montón, que escapan de nuestro control y conocimiento. ¡Ayúdanos a valorar y cuidar lo inapreciable… insustituible… invaluable de nuestra Madre Naturaleza!

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