Se acaba el tiempo para que León se quede sin agua. De 10 a 15 años es el tiempo que nos queda, pues extraemos agua con metales pesados a más de 300 metros. Pero los problemas inminentes de racionalización deberán ser en los próximos 3 años. Las decisiones sobre el agua están ahora aparentemente en manos de los políticos, pero en realidad, están en manos de la ciudadanía, sí. El 70 % de los consumos están en la industria y el 30 % en servicios en general y es allí donde podemos optimizar y cuidar lo que nos queda de agua.
El agua es un recurso tan importante que dejarlo solo en manos de los políticos nos puede volver a llevar al fracaso que fue la Presa El Zapotillo, proyecto al que muchos nos opusimos por todos los medios a nuestro alcance, pues el proyecto del “Río Verde, estuvo siempre muy verde”, como decíamos. Fueron 36 años de un proyecto que decíamos, era erróneo. Pasaron 6 presidentes de la República, 7 gobernadores de Guanajuato y unos 10 alcaldes de León, desde los acuerdos de 1987 y de 1995 en que comenzamos a desembolsar dinero para esta catástrofe financiera y ambiental.
Siempre he afirmado que la solución era la Sierra de Lobos. Incluso me opuse al trasvase de la Presa Solís, pues implica iguales o mayores problemas sociales, ambientales, energéticos, legales y políticos. El fracaso rotundo de El Zapotillo, fueron los problemas de la altura de la cortina, las inundaciones, las diferencias con el vecino estado de Jalisco, la falta de dinero, las afectaciones ambientales, la falta de dinero y el entorno político, las que fui documentando en mis espacios editoriales. No fue sencillo, me gané muchas enemistades en el gobierno por decir lo que pensaba.
Desde 1998 como Rector de la Universidad Tecnológica de León, le insistí a los gobernadores en turno (me tocaron 4) que incluso el plan alternativo, el trasvase de la Sierra Solís era “tan malo” como el Río Verde y que fracasaría también por complejo. El Plan B actual, llevar agua bombeada desde la hermosa Presa Solís a todo el corredor industrial, está también condenado al fracaso, pues requería más dinero y acuerdos con los distritos de riego. Sería un “trompo en la uña” y levantaría sublevados a muchos productores del sur contra el gobierno local.
La única solución, la verdadera, la factible, la más económica, es el Plan C: la Sierra de Lobos, nuestro “tinaco”. Es la solución junto con la optimización de los usos actuales: la tecnificación del riego, la limitación de industrias húmedas, la reglamentación para obligar a construir ecológicamente, la infiltración de agua al subsuelo con normas oficiales, el financiamiento a los ahorradores, la comercialización del agua tratada. El llamado “Plan B” del gobierno del estado, lamentablemente, será otra historia igual a El Zapotillo. Siento volver a advertirlo como hace 36 años. Involucra muchos municipios; acuerdos con la federación cuyo partido gobernará el País al menos hasta el año 2030 y requerirá recursos estatales que son escasos.
No escucharán los gobernantes. Ignoran la capacidad de liderazgo de la sociedad cuando es empujada en forma natural por la gente. Insistir en la solución “egipcia” de construir presas como la de Asuán, es necio. El Plan “C” es la solución de los israelíes. Pero esto implicaría democratizar las decisiones que actualmente son solo del gobierno. Democratizar sería llevar a consulta popular las alternativas. Sería permitir por primera vez, que la ciudadanía, representantes sociales, académicos, colonos, puedan entrar a los Consejos que como SAPAL, han estado tomados por décadas por los mismos grupos de poder.
El modelo de gestión de SAPAL en lo técnico y en lo financiero es óptimo, pero allí nunca ha entrado el pueblo en la toma de las decisiones, quien es el usuario mayoritario y que al igual que en otros asuntos, solo se entera cuando se ha ejecutado algo. Democratizar el agua requiere que exijamos las mayorías, otra manera de decidir sobre el agua que nos queda, en tanto que seguimos como ciudadanía trabajando en reforestar, reciclar, captar agua, educar y formar especialistas que nos pedirán cuentas por los errores como el modelo de las presas egipcias.