Si usamos los mismos términos -que con razón usaba AMLO contra los gobiernos de Peña Nieto y Calderón-, hoy podemos decirle al Presidente de que su sexenio es el que acumula la mayor cantidad de muertos por violencia de toda la historia de México. Éstos, los que han marcado ya récord, son “sus” muertos, no se los puede cargar a alguien, ni al pasado, ni a sus adversarios. El gobierno de AMLO es ya el más violento, pues impuso récord histórico de 156 mil 136 asesinatos.

De ahora en adelante, cada día que transcurra se impondrá nuevo récord de violencia homicida en el acumulado de muertes intencionales y posiblemente llegue a los 200 mil en el periodo de diciembre de 2018 al cierre de su sexenio el año próximo. Según cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (Sesnsp) y del Reporte Diario de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), la Cuarta Transformación, defensora de la estrategia “Abrazos, no Balazos”, está creando argumentos indefendibles ante la realidad de su gestión. 

En los dos anteriores sexenios, desde la oposición de izquierda, la contabilidad de muertos producto de la inseguridad general, fue una estrategia útil para señalar que los gobiernos fallaban, que los partidos en el poder eran incapaces de contener al crimen organizado. “Ni el PAN ni el PRI pueden con el problema”, era la afirmación opositora. Ciertamente la izquierda obtuvo ventajas políticas de ello; primero el PRD y después, MORENA, pues acabar con la inseguridad y el combate a la corrupción, fueron las dos principales promesas del Presidente AMLO en campaña.

Hoy que MORENA es gobierno, la guerra de las cifras y el intercambio de culpas sigue siendo casi un deporte nacional. Jorge Ramos, el periodista más crítico y visible en el mundo latino, ya enfrentó al Presidente para cuestionarle “sus datos”. El Presidente, fiel a su estilo, inició entonces, ese discurso simplista para darle vuelta a la realidad, afirmando “tener otros datos”. De seguir el Presidente con su estrategia de consecuentar al narcotráfico, dejando a las fuerzas armadas las millonarias obras públicas, las cosas no cambiarán. Según cifras del INEGI, en 2020 se registraron en el país 36 mil 773 asesinatos, lo que es considerado el año más violento de que se tenga registro. Le siguen 2019, con 36 mil 661; 2021, 35 mil 700; 2022, 31 mil 944. Este año, de enero a mayo, suman 11 mil 967 asesinatos, según esos datos estadísticos. Imposible ocultarlos para AMLO. Son “sus” muertos.

No podía ser de otra manera. Al igual que en una familia, en una colonia, en una empresa, el permitir que la delincuencia y la violencia estalle, sin respetar las leyes, nos lleva a crisis. Estrictamente “los muertos de Calderón”, no fueron provocados directamente por él, sino por el entorno nacional. Por eso es mejor enfocarnos en el asunto de fondo: México está en el periodo más violento de su historia moderna. Los “muertos de AMLO” son más que los de sus predecesores. El asunto no es señalarlo, sino como País, cuándo podrá esta cifra detenerse. AMLO apostó a su inversión en gasto social para que el “pueblo bueno” tuviese ingresos que les permitieran desalentar la idea de enrolarse en actividades ilícitas del crimen organizado; es un enfoque que ataca la causa raíz. Esto es encomiable, solo que es muy pronto para saberlo, pues en la historia de América Latina, el gasto social no se ha reflejado en disminución de la pobreza en el mediano y largo plazo. Solo en el corto plazo se refleja en consumo.

Es cierto que la herencia es catastrófica: durante los dos últimos gobiernos la tasa de homicidios aumentó a más del doble, pero me preocupa y disgusta la incapacidad de leer la realidad del Presidente con “otros datos” y de descalificar a quienes no piensan igual que él. Es cierto que hoy estamos peor que antes en el número de muertes, pero la cuestión no es solo culparle, sino cómo puede él convocar a todos los sectores a que construyamos un mejor País. Provocar la lucha entre “fifís” y “chairos” no es la mejor estrategia. Construir la paz y la justicia, requiere el concurso de todos. Hoy los “muertos de AMLO” también incluyen a periodistas, a activistas del medio ambiente y a miles de personas más. Los mejores tiempos para un País son siempre los de la concordia, los de la unidad. El Presidente tiene un enorme apoyo popular; si convoca a todos y suma y no resta, lograremos más temprano que tarde, un mejor País.

 

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