Aparentemente funcionó la “ocupación temporal”.

Porque, no nos confundamos, la toma del ejército de las vías de Ferrosur fue simplemente una técnica de negociación.

Una manera de bajar el precio de la indemnización.

Nada mal para el gobierno: un par de días de soldados con armas le ahorraron $2,500 milloncitos de pesos (para México la cuenta es otra, ese ahorro palidece vs. los perjuicios en inversión futura ahuyentada).

Y para GMéxico la cosa tampoco estuvo tan mal.

Porque la alternativa era más ominosa.

En palabras de Zhenli Ye Gon: copelas o cuello.

Copelas o… ¡exprópiese!

“Y ahí lo que está son unos negocios… ¡exprópiese, señor alcalde!

Tenemos que convertir esto en un gran centro histórico…”.

Quizá recuerdes el video (velo en nuestros sitios). En 2010 Hugo Chávez recorría Caracas para expropiar y expropiar negocios y locales.

Recordemos que el “Plan de desarrollo económico y social” de Venezuela contemplaba la nacionalización de sectores estratégicos.

La BBC reporta en diciembre del 2011 que este plan señalaba que el estado debía conservar “el control total de las actividades productivas de valor estratégico para el desarrollo”.

Por eso, al 2011, el gobierno había expropiado o intervenido 1,087 empresas. Vete de espaldas: ¡tan sólo en el 2011 fueron 497!

Respecto a propiedades, el balance al 2011 también aterra: 179 edificaciones, viviendas, desarrollos habitaciones y estacionamientos tan sólo en 2011, y 285 más entre el 2005 y 2010.

Ah, y el gobierno “rescató” (así le decían) más de 3 millones de hectáreas, unos 30,000 kilómetros cuadrados de extensión.

Imagínate, según la BBC “entre 2007 y 2009 Venezuela destinó más fondos para expropiaciones y nacionalizaciones que para la producción petrolera: $23,377 vs. $21,931 millones de dólares”.

Escalofriante.

OJO, no sugiero que Andrés Manuel sea un Chávez (aunque te apuesto que si viviera sería otro de sus grandes cuatachos, como Evo o Castillo). No sugiero que vaya a destaparse a expropiar o nacionalizar.

No, simplemente uso el ejemplo de Chávez para advertir sobre uno de los enormes riesgos del poder absoluto de un populista que se siente tocado por el dedo de Dios.

De un gobernante con ideas terribles que se siente el representante de un pueblo que siempre es bueno y siempre es sabio.

De un gobernante poderoso pero inepto que tiene prisa, que tiene sed de trascender a la historia y que siente que el tiempo se le acaba.

Porque estamos ante una combinación fatal: PRISA + INEPTITUD + DESLEALTAD CONSTITUCIONAL + DESEO DE TRASCENDER.

Porque la prisa es mala consejera en lo que sea.

Porque como dicen en el rancho: no hay algo más peligroso que un pendejo con iniciativa. Bueno sí, un inepto poderoso.

Porque el desapego a la ley de AMLO no sorprende. Pasamos del “¡al diablo con sus instituciones!” al “no me vengan con que la ley es la ley”.

Porque finalmente está la urgencia de confirmar con acciones esa visión engrandecida que tiene López Obrador sobre sí mismo.

El tiempo se acaba.

Por eso no se puede descartar que esas “angustias existenciales” de YSQ sobre las que escribí hace un par de semanas (relee “¿Viene lo peor del sexenio?”) puedan traducirse en expropiaciones.

Pudieran traducirse en más actos para tomar “el control de actividades productivas de valor estratégico para el país”.

Y, OJO, porque no sólo pueden ser expropiaciones.

También pueden ser compras sin sentido, como la de Ferrosur. Porque dale una pensada, ¿acaso no hubiera salido más barato negociar el uso de las vías que comprarlas?

Ah, y la compra de las plantas de Iberdrola fue algo parecido, un capricho del Tlatoani para “defender la soberanía”. Otra vacilada, pues la CFE ya adquiría el 88 % de la energía de esas generadoras.

Y, OJO, ahí está Banamex. No descartes que lo compre el gobierno, costaría más o menos lo de Iberdrola. Otra zoncera. Esa película ya la vimos y es de terror: el gobierno es un pésimo banquero.

“Soluciones” vistosas y ridículas a problemas inexistentes de un gobierno inepto.

¡Exprópiese… o cómprese!

En pocas palabras…

“El poder sin humildad es un peligro”.

Richard J. Daley, político estadounidense.

@jorgemelendez

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