El novelista toma la palabra. La realidad, siempre terca, confirma que en 2012 Ebrard le cedió el paso a AMLO a la presidencia y en 2018, hizo lo propio, de modo que aquél pudiera acceder a Palacio Nacional por medio del Pacto de la Impunidad para el desastre social de México, de sus instituciones y de su economía, entre otros daños de semejantes proporciones. Si en aquella ocasión Ebrard se hubiera impuesto no hubiera sido posible la existencia de la Cuarta Trituración ni de sus efectos perniciosos.
¿Ebrard pensará que AMLO le devolverá las debidas atenciones y le pavimentará el camino a la presidencia en el contexto de la más elemental reciprocidad, sobre todo, después de comprobar el impulso público concedido a Sheinbaum? López Obrador ha traicionado su juramento constitucional, a nuestros socios del T-MEC, a los pobres, a nuestras instituciones, a millones que votaron por él, a la confianza ciudadana y ha violado reiteradamente nuestra Carta Magna. Y ya que hablamos de traiciones, ¿por qué no preguntarle a Muñoz Ledo, a Cárdenas, a los Chuchos, entre otros tantos más, su opinión al respecto? Tampoco debe perderse de vista que el presidente ya lleva contabilizadas 85,000 mentiras. ¿Cómo creerle que no meterá las manos en el proceso electoral y que respetará el acuerdo caballeroso entre ambos?
¿Sabe Marcelo que él no será el sucesor y se presta a un juego impúdico? Lo dudo. Por supuesto recordará cuando Salinas nombró a Colosio y Camacho, su hermano putativo, se desplomó hasta morir decepcionado y asqueado. El ahora excanciller sabe que si no es investido en el siguiente sexenio, en el de 2030-2036, rondará por los 72 años de edad, en un país de personas mayoritariamente jóvenes. Es el ahora o nunca. ¡Claro que AMLO planea dar un dedazo demoscópico a través de las encuestas! Nadie puede ser tan candoroso como para aceptar que renunciará al control de la sucesión presidencial y a su poder, si el resultado de la encuesta no le fuera favorable y le impidiera construir un nuevo Maximato para perpetuarse en el mando, ya que, desde ahora, planea premiar a los perdedores de las contiendas internas con puestos en el gabinete y en el congreso del 2024.
¿Por qué no habrá debates entre los aspirantes cuando Ebrard cuenta con 44 años de experiencia y saldría como incuestionable vencedor en conocimientos y seguridad personal ante los medios? ¿Por qué el miedo a la verdad? Los debates en el mundo son garantías de evolución democrática. En México, según el filósofo de Güemes, sí hay democracia y el jefe es mayoría.
Si Ebrard es excluido a través de un “aplausómetro” o de una encuesta manipulada, como la del AICM o las de Edomex, ¿se va a quedar con los brazos cruzados cuando surjan los “otros datos”, sobre todo que AMLO impuso la prohibición de “evitar los medios reaccionarios, conservadores y enemigos de la 4T”, que son los medios amantes de la transparencia, de la verdad y de la libertad, a los que se opone el presidente?
Ebrard y Xóchitl, son los candidatos más solventes en la actualidad. “Para que la cuña apriete ha de ser del mismo palo” y Marcelo, es del mismo palo, sabe cómo se construyó Morena y conoce cómo destruirla. Si por el bien de la patria, se trata de desmantelar a la 4T, la alianza por México, incluido MC, habrían de negociar con Ebrard cuando se ejecute la traición en su contra y atraerlo, porque cuenta con el respeto de incontables empresarios y conoce las claves del desarrollo económico de México. La decisión a favor de Claudia ya está tomada. Se trata de un problema de tiempo para descarrilar cuidadosamente la candidatura de Ebrard para que se vaya a pudrir al senado con la sangre envenenada en lo que le quede de vida. Tendrá pesadillas recordando la suerte de Camacho, de ahí su plan B. Ahora bien, si Ebrard ganara la presidencia, un supuesto difícil de digerir y éste no acatara las instrucciones AMLO, todavía tendría que enfrentar la posibilidad de la revocación del mandato en el 2027, de ahí que los liberales tendríamos que ganar la mayoría en el congreso.
El ideal del novelista, ante una caballada esquelética de la oposición sería, hasta ahora, salvo que viviéramos alguna sorpresa: Ebrard a la presidencia y Xóchitl a la Jefatura de Gobierno de la ciudad, pero las mezquindades y egoísmos pueden impedir el rescate de México.