Hace un tiempo leí una noticia que me impactó. Resulta que a una señora que vendía gorditas en el mercado la mandaron llamar de la escuela de su hija. Cuando se presentó en la oficina del director le informaron que su hija de diez años había tomado unos útiles escolares que no eran suyos y que se estaba apropiando de lo ajeno. Regresó a su casa muy preocupada con la chiquilla y se le ocurrió ponerle las manitas sobre el comal todavía caliente para que aprendiera que no debía agarrar lo que no es suyo. Esta violenta y equivocada lección de aprendizaje ocasionó graves lesiones a la niña. Cuando le preguntaron a la madre por qué había hecho eso, contestó que su esposo estaba en la cárcel por ladrón y no quería que su hija siguiera sus pasos y que así aprendería.
Por desgracia, el trato de muchas madres y padres en México dista mucho de ser positivo ya que más de un 60 % de niñas y niños entre 1 y 14 años reciben una forma de disciplina violenta recibiendo palizas frecuentes. Las niñas reciben más agresiones psicológicas como gritos, insultos y descalificaciones. Es lamentable que 5 % de las madres y 8.4% de los padres crean que el castigo físico es necesario.
El maltrato infantil se define como los abusos y la desatención de que son objeto la niñez y adolescencia e incluye todos los tipos de maltrato físico o psicológico, abuso sexual, negligencia y explotación laboral que puedan causar un daño a la salud, desarrollo o dignidad de la niña o el niño, así como poner en peligro su supervivencia. Todas estas acciones afectan el desarrollo integral y tienen consecuencias en la adolescencia y edad adulta, poniéndoles en mayor riesgo de consumo de drogas, prostitución, asociación a pandillas y crimen organizado e incluso recurrir al suicidio.
Existe un gran desconocimiento de cómo disciplinar a los hijos; los gritos, golpes y humillaciones son normalizados y usados con frecuencia. Me ha tocado ver a padres gritándoles groserías a sus hijos, expresándose de ellos de manera negativa delante de ellos, y denigrarles cuando no cumplen sus expectativas al sacar una mala calificación o equivocarse en algo. Niñas, niños y adolescentes deben ser tratados con respeto y recibir una educación sin violencia y autoritarismo para que aprendan a relacionarse de una forma constructiva.
Los malos tratos sólo causan terror, miedo y resentimiento. No corrigen una mala conducta. Las descalificaciones y críticas afectan la autoestima y seguridad de la criatura. Niñas y niños esperan protección, aceptación y cariño de sus padres. De lo contrario, tendrán una imagen negativa de sí mismos.
Los padres tienen el poder de potencializar los talentos de un hijo/a ayudándole a reconocerlos, motivándole a desarrollarlos y acompañándole en el camino.
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