En la vida, hay ocasiones en que se deben transitar los caminos desconocidos a ciegas, sin referencias; pero hay otras en las que tenemos información precisa de a qué lugar conducen las vías que estamos utilizando. Esto nos permite tomar mejores decisiones para evitar fracasos y caídas.
Por un oportuno desplegado, publicado en AM, constatamos las preocupaciones de los empresarios de nuestro estado para no desviar el rumbo, lograr mejores gobiernos y ser representados por políticos honestos y comprometidos con las buenas causas. Los partidos deben aceptar su responsabilidad en la degradación y deterioro de la vida pública, para luego corregir su desempeño, especialmente el PAN. Para alumbrar la senda que debemos transitar hacia 2024, debemos examinar un antecedente importante: Baja California. Explico el porqué.
Acción Nacional ganó esa gubernatura bajo el liderazgo de Ernesto Ruffo en 1989. En 2019 perdió el estado luego de haberlo gobernado por treinta años, a causa de la pésima gestión del gobernador Francisco “El Kiko” Vega. Hagamos la autopsia del cadáver albiazul, para obtener datos que sirvan para evitar la repetición de la misma tragedia.
El Kiko Vega, era un mediano empresario dedicado a las casas de empeño, que se encumbró paulatinamente dentro de la estructura partidista, especialmente durante la gestión del gobernador Héctor Terán, del cual fue secretario de Finanzas. En 2013 ganó la gubernatura en una apretada contienda contra el PRI. A partir de allí, su administración se fue en picada. Produjo gran cantidad de desaciertos, incluyendo una solicitud de investigación generada desde la Comisión Anticorrupción del Senado de la República por la sospechosa compra de propiedades. También le estalló el escándalo por la represión policiaca a los jornaleros del Valle de San Quintín y el uso excesivo de la fuerza pública, los golpes a niños y mujeres y las detenciones arbitrarias.
Baja California padeció el oprobio de su clase política. El Kiko cedió parte de sus potestades a su empleada de confianza, Loreto Quintero, Oficial Mayor del gobierno. La funcionaria, de pocas luces, administraba lo que allá llaman “la chuleta”, o sea la nómina gubernamental, los favores, puestos y privilegios para comprar apoyos y convertir a los burócratas en incondicionales operadores del gobernador. El PAN, la institución partidista que presumía como don la honestidad de sus funcionarios acabó convirtiéndose en un apéndice del gobierno, manejado por Juan Manuel Castellum, otro incondicional del gobernador Vega. La organización acabó perdiendo su referente doctrinario y el idealismo de los tiempos de Ruffo, para convertirse en el espacio de una micro mafia al servicio del Kiko.
Los bajacalifornianos también padecieron un Congreso sumiso, que le aprobó al gobernador una nueva Ley de Agua, que permitía la privatización de ese servicio. Ello pintaba para realizar buenos negocios con las concesiones. El lío legislativo escaló hasta llegar a las manifestaciones multitudinarias, obligando al Ejecutivo, finalmente, a solicitar la abrogación de su ley. De esa forma se manifestó la incongruencia de los legisladores por obedecer al gobernador, dejando a un lado el deber de representar los auténticos intereses de los ciudadanos.
Kiko Vega y su partido perdieron la elección hace cuatro años y entregaron el gobierno a Morena, no sin antes pactar con el nuevo gobernador el extenderle el periodo gubernamental por tres años más, con los votos de los diputados del PAN. Se sabe que recibieron un montón de dólares, cada uno, por su sufragio. Acción Nacional quedó relegado en la preferencias electorales, retrocediendo al tercer lugar estatal. Kiko Vega es ahora un empresario inmobiliario, que intenta ser senador en el 2024, lo que acabaría de hundir a su partido. 
Allí tiene Guanajuato el dramático fin de aquellos que, cegados por la soberbia e incapaces de otear el futuro, piensan que son dueños del poder para, arbitrariamente, designarle a una comunidad de seis millones de ciudadanos a su próxima gobernante, para continuar encaramados en el gobierno, y desde allí hacer negocios entre compinches.
Solo una intervención drástica y contundente, como una marejada, proveniente de la sociedad civil organizada, es capaz de desviar el rumbo hacia el precipicio; alejándonos de la senda californiana que diseñaron, desde su ineptitud, los funcionarios cupulares, que rodean al gobernador. Por eso es de celebrarse la decisión de un importante grupo de empresarios valientes, dispuestos a desterrar un autoritarismo que no deseamos para Guanajuato. Que tome nota quien deba.

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