Está muy claro que todos los gobernantes deben generar ciudades más amigables con los ciudadanos, y evidentemente, para lograrlo, el cuidado del medio ambiente y los espacios públicos son obligatorios en cualquier acción de gobierno. Pero también hay otra gran realidad que enfrentan las ciudades modernas y crecientes como la nuestra: la necesidad de hacer urbes mejor conectadas y con menores tiempos de traslado.
Una virtud de cualquier Administración Pública debe ser la de encontrar el equilibrio entre tener una ciudad agradable ambientalmente y eficiente en materia de movilidad, por ello hoy más que nunca se debe buscar, por encima de todo, que las construcciones y vialidades de nuestra ciudad respeten a la naturaleza y a la vez satisfagan las demandas ciudadanas en materia de transporte.
Recuerdo cuando hace casi 30 años se construyó el Blv. Paseo de los Niños en León, una vialidad de menos de un kilómetro que circunda a Explora y cuyo diseño original provocaría que se tuvieran que talar casi 10 árboles de gran antigüedad, por lo que se optó por modificar el proyecto y agregar una curva que rodeara y respetara los árboles. Así debe ser la concepción de todas las construcciones públicas hoy en día.
Cada árbol representa una dosis de oxígeno para nuestra ciudad, por lo que cuidarlos se vuelve obligatorio, pero tampoco se puede ignorar que cuando por su ubicación, por su crecimiento, o por su tipo, puedan obstruir o destruir infraestructura que beneficia a los ciudadanos, se debe buscar la opción de trasplantarlos o compensarlos mediante la plantación exponencial, a sabiendas que el tiempo para que se recuperen los beneficios es muy tardado y no siempre exitoso.
El estudio técnico de la obra para la modernización del Malecón del Río fue avalado por la Dirección de Obras Públicas de León, y por la Unidad Estatal de Proyectos de la Secretaría de Infraestructura, Conectividad y Movilidad del Estado de Guanajuato (SICOM), y en cuanto a los temas ambientales solo se menciona que “se cuenta con la exención de la manifestación de Impacto Ambiental vigente ante la Semarnat mediante el oficio 11/DC-0038/07/20”, y concluye recomendar esa obra ya que “se verá beneficiada la operación del tránsito” y se “mejorará la actividad económica y productiva de la ciudad de León, permitiendo un desplazamiento con mayores velocidades y harán más eficiente los servicios, principalmente industriales y comerciales, debido a una mayor fluidez vehicular constante en este acceso de la ciudad.”
Lamentablemente, en dicho estudio ninguna de las instancias participantes -incluida la Semarnat- aborda el tema de la tala de árboles, ni mucho menos contemplan en su diseño alguna solución vial para salvarlos, sencillamente fueron ignorados, algo inexplicable hoy en día.
En mi opinión considero que por la parte que toca al Municipio se debió de haber sancionado al director de Obras Públicas, pues aun cuando se tuvieran todos los permisos se debió de haber consultado antes de hacer la tala; sin embargo, la Alcaldesa decidió asumir todo el costo de la incorrecta decisión de su funcionario, algo que refleja solidaridad con el equipo, pero que no procede si lo vemos desde la perspectiva de que la ciudad debe tener servidores públicos con criterio.
Hoy asumimos la parte del error que nos corresponde en el caso de los árboles del Malecón, pero eso no debe manchar en el gran legado que dejará esta Administración en nuevas áreas verdes, más espacios públicos y tres nuevos parques metropolitanos para los ciudadanos, lo que sin duda resultará en que esta Administración entregará una ciudad con muchos más árboles de los que tenía cuando arrancó la gestión.

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