QUIENES saben cómo se condimenta la carne en su jugo al estilo tapatío dicen que en los recientes desacuerdos entre el dirigente nacional emecista, Dante Delgado, y el gobernador de Jalisco, Enrique Alfaro, hay dos pistas que corren paralelas pero que, si se cruzan, pueden causar un indeseado choque.
LA PRIMERA es la que está a la vista: una diferencia de opiniones sobre la política de alianzas a nivel federal de Movimiento Ciudadano en el contexto de la irrupción de Xóchitl Gálvez como opción para encabezar una coalición opositora en 2024.
Y LA SEGUNDA es la selección del candidato a la gubernatura jalisciense, una de las dos joyas de la corona del partido naranja.
LO QUE se dice es que, mientras Alfaro quiere que su sucesor sea el senador Clemente Castañeda, Delgado considera que el alcalde de Guadalajara, Pablo Lemus, es una mejor opción.
YA SE VERÁ si ambos políticos logran serenarse y ponerse a hilar finito para que no se les enreden esos dos asuntos y se les haga una maraña imposible de deshacer.
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UNA DE DOS: o a la ministra Loretta Ortiz ya se le olvidó que la Suprema Corte tiene como su principal responsabilidad defender la Constitución, o sus lealtades políticas están por encima de sus obligaciones judiciales.
DE OTRO modo no se explica su proyecto de sentencia que rechaza la controversia del INAI contra el Senado porque ha sido omiso en el nombramiento de tres comisionados de ese organismo, que está paralizado desde abril por falta de quórum para sesionar.
LA MINISTRA propone declarar infundada la petición del instituto alegando que los senadores sí nombraron a dos comisionados en marzo pasado… los mismos que fueron vetados por Andrés Manuel López Obrador.
ESO PLANTEA Ortiz, quien reiteradamente se ha alineado con las posturas de Palacio Nacional, a pesar de que el artículo sexto constitucional establece que, ante una objeción del Presidente, los senadores tienen que hacer de nuevo los nombramientos.
BAJO esa óptica, la juzgadora Ortiz pretende establecer que el cumplimiento de lo que ordena la Constitución es opcional, pero los deseos y caprichos presidenciales esos sí son como una nueva Carta Magna.
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LAS BOYAS de plástico naranjas de un metro de diámetro que comenzó a desplegar el gobernador de Texas, Greg Abbott, en el Río Bravo pretenden ser un “muro flotante” para evitar el cruce de indocumentados.
SABIENDO cómo se las gastan los “polleros”, seguramente en unos cuantos días estarán separadas y reconvertidas en balsas que ellos mismos rentarán para cruzar el río. Y no es chiste, es vaticinio.