Pues sí, llegó esa época de mierda que siempre llega. Esta vez un año antes, cómo no, si la permisividad es lo nuestro, que todo lo aguantamos, que siempre convenimos en que las cosas irán bien mientras la víctima propiciatoria no seamos nosotros o uno de los nuestros. Si el Adán bíblico derramó su sangre al comienzo de los tiempos o algún mexica como bien ilustran los códices que recogen nuestra historia o los veinte cuerpos que hace apenas dos días encontraron las madres buscadoras de Jalisco, ya podemos estar tranquilos, nuestra cuota de violencia social está cubierta. Ya sólo queda cubrir la cuota de firmas para las candidaturas presidenciales.
Perdón por malacopear y perdón por todo, pero a veces el atracón de notas, videos, podcasts, mañaneras y contramañaneras nos deja indolentes además de indigestos. Desde luego no es menor la potente irrupción de Xóchitl Gálvez como posible candidata de la oposición, tampoco es menor la lucha intestina de las corcholatas de Morena; pero cuando has visto cuatro o cinco elecciones presidenciales y ya te tocó que las –alguna vez tres– fuerzas políticas gobernaran y ya padeciste los eones que el monopolio del PRI saqueó al país, pero también los del PAN y ni cómo justificar a Morena a cinco años de gobierno con resultados desastrosos y decepciones rampantes; ya puedes afirmar que no hay heroína de México ni salvador de México ni esperanza de México que valga. En este país los partidos políticos son una máquina de corrupción y desmantelamiento, todos; las figuras monolíticas decepcionan una tras otra porque no se trata de encontrar una redentora o un mesías, sino de cambiar unas reglas del juego que están muy viciadas y cuyos poderes fácticos, todos lo sabemos, son un corporativo transnacional de narcotráfico, armas y violencia.
De enero a marzo del año 2023, según el registro nacional de personas desaparecidas, se contabilizaron más de dos mil personas desaparecidas. Setecientas al mes, una veintena cada día. Hace apenas 76 horas en Tlajomulco de Zúñiga las madres buscadoras reportaban haber hallado una serie de fosas con veinte cuerpos.
Así que mientras van y vienen los tiktoks, los memes, las vociferaciones pantagruélicas, los ridículos, los ofendidos, los machos y las machistas, los clasirracistas de un bando y del otro, los que quieren pruebas de pureza de sangre indígena y los que señalan la sangre judía (qué vergüenza que se atrevan siquiera a mencionarlo en pleno 2023, pero ahí están, dejando claro que la ignominia es la misma de un lado y de otro), recordemos que todo parece indicar que hoy desaparecerán otras veinte personas, que mañana asesinarán a otras once mujeres víctimas de feminicidio.
Que miles de madres seguirán cavando aquí y allá, encontrando cuerpos y fosas que a la mejor a nadie le interesan porque no dan votos ni firmas y no promueven trending topics ni convocan a los sesudos analistas del círculo rojo para exhibir sus dotes de apostadores de feria y acertar con el apetitoso qué pasará. Quién será el bueno, o la buena.
Pero si nos resignamos a seguir entre el narcoestado y la militarización de la vida pública, pronto no habrá picos y palas que alcancen. Porque acá las facciones al interior del partido no son bolcheviques y mencheviques sino Ejército y narco.
Y de eso, nada.
Cómo me gustaría ver a los santiagos rojos de indignación frente a ese hallazgo perturbador de cuerpos, uno más.
O a algún zombi priista ofenderse a rabiar por la matanza militar en Nuevo Laredo.
O a los xóchitles esperando a la puerta de Palacio Nacional para que el primer mandatario se digne a enfocarse en lo urgente: en México están exterminando a sus jóvenes y a sus mujeres.
A ver quién se atreve a hacer algo para empezar a quitarles el país de las manos.
Vamos a ver si candidatos y candidatas, aspirantes, suspirantes y sobrantes pactarán con secretarios de Seguridad por la nómina del narco o le darán la mano a la madre del capo más poderoso o mirarán a otro lado frente a las ejecuciones brutales del Ejército.
Ojalá que lo importante se volviera urgente, pero aún no atisbo demasiado interés en la caterva de anhelantes.
Dice Fernández Retamar, ¿sobre qué muerto estoy yo vivo?
Aspirantes: no olviden que este es el país que caminamos, tengan la decencia de pensar en las víctimas.