El gobernador Diego Sinhue Rodríguez trae los cables cruzados en el estado que ha intentado gobernar desde 2018. El surgimiento de una nueva realidad política nacional ha descarrilado su plan sucesorio. La construcción del Frente Amplio por México (FAM) condiciona la postulación de candidatos a la implementación de procesos democráticos, que impliquen la participación de la ciudadanía, en contraposición de un método voluntarista. 

Desde el FAM, pronto vendrán presentaciones y debates que auguran gran interés. Aunque el despegue inicial de Xóchitl Gálvez ha sido meteórico, una civilizada confrontación de ideas, por ejemplo con Enrique de la Madrid, puede arrojar resultados interesantes. Para muchos es sobresaliente la preparación y trabajo de este candidato a lo largo de casi dos años de giras por todo el País y su preparación como abogado en la UNAM y en administración pública en Harvard. Es un funcionario con una larga trayectoria en el servicio público, que ha rendido buenos frutos tanto a administraciones panistas como priistas. Si le buscan cola, no la encontrarán.

Y mientras en el orden nacional resurge el fenómeno de la democracia y la participación de los ciudadanos, en el ámbito local, con total miopía, Diego Sinhue intenta proclamar su dedazo, con base en acarreos y ahora con cargadas, la más escandalosa, la que llevaron a cabo diputados y alcaldes panícolas ante Marko Cortés, suplicándole que convalide la abusiva decisión, que los beneficia a ellos de manera directa. Imagino, si el presidente del PAN hubiese sido Carlos Castillo Peraza, cuál hubiese sido su respuesta. Habrían regresado a Guanajuato tundidos y con la cola entre las patas. ¡Increíble atrevimiento!

En tanto, la insurgencia ciudadana perfila paulatinamente sus exigencias: limpiar a la política de la corrupción. Proponen hacer campañas sin comprar votos y condicionar voluntades, lo cual desmorona el patrón tradicional que ha envilecido y enriquecido a las partidocracias. Fíjense bien: ¿Cuántas propuestas han escuchado de los partidos políticos, comprometiéndose a prohibir y perseguir la compra-venta de sufragios? ¿Qué propuestas anticorrupción han festinado? ¿Quién proclama la construcción de un servicio profesional que sustente administraciones modernas, evitando el amiguismo? Nada, solo simulación e hipocresía.

Por lo pronto, en el estado son perseverantes, desde el primer círculo de gobierno, en alinear a cachiporrazos a los detractores del dictatum dieguista. Ignoran la historia del PAN que consigna la pérdida de un estado tan importante como Yucatán, en 2007 por no actuar correctamente y con cordura. Cuento los sucesos.

Después de muchos años de lucha, frente a férreos cacicazgos, el PAN logró derrotar al PRI en 2001. Patricio Patrón Laviada se convirtió en el primer gobernador panista. Su gobierno se fue consolidando durante el sexenio, hasta lograr posicionarse con más de veinte puntos por encima del PRI hacia el final de la administración. 

La victoria parecía asegurada. Pero he aquí, que cegados por la ambición, diversos liderazgos entraron en conflicto para convertirse en sustitutos de Patrón Laviada. Xavier Abreu desde la Secretaría de Desarrollo Social, propagó el supuesto apoyo del gobernador; Ana Rosa Payán buscó el soporte del Comité Ejecutivo del PAN, ya que tenía fuertes relaciones en ese espacio de poder. Luis Correa Mena, apostó por el respaldo desde la Secretaría de Gobernación del entonces precandidato a la presidencia, Santiago Creel.

Cuando se organizó la competencia interna, el ambiente ya estaba degradado, las escisiones cantadas y las heridas abiertas. No había manera de sobar chipotes y curar las profundas lesiones. Ninguno de los dos contendientes que perdieron, reconoció su derrota ni el triunfo de Abreu, alegando el indebido apoyo del gobierno estatal. El PAN dividido, perdió potencia y legitimidad. Fue derrotado por Ivonne Ortega del PRI, por 7 puntos de diferencia, aun cuando al inicio de la contienda el PAN la superaba por más de 20 puntos.

Ahora, el dilema surge para el gobernador de Guanajuato. Su decisión puede conducir a su partido a un desastre como el de Yucatán. Debe de resolver si insiste en el dedazo o arregla el problema bajo cánones democráticos. Apenas está a tiempo.  

P.D. Cecilia Patrón Laviada, vivió directamente la tragedia panista del 17 de diciembre del 2006, al apoyar a Xavier Abreu. Ahora es secretaria general del PAN. Podría usar su dolorosa experiencia para evitar el infortunio electoral en Guanajuato. Ojalá lo haga.

 

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