El dato que empezó a circular en Estados Unidos desde el año pasado era contundente: existían dos vacantes disponibles y listas para ser ocupadas por cada persona buscando empleo. Los salarios, sobre todo en algunos sectores, respondieron y si antes de la pandemia se pagaba quizás 16 dólares la hora por un empleo en el sector servicios, el ajuste laboral habría llevado el salario hasta 24 por un trabajo similar.
En México no sabemos cuál es el dato preciso de las vacantes ni de la oferta laboral, pero en algo se parecen las circunstancias actuales a lo sucedido en EU. Las empresas se quejan de la falta de personal disponible para llenar las vacantes que ellas ofrecen. En el sector manufacturero del centro y el norte del país el reclamo es continuo.
El IMCO, junto con Coparmex, a partir de encuestas realizadas por este último y contrastando con datos del Inegi ha tratado de dar un poco más de luz a esta realidad. Para 40 % de las empresas afiliadas a Coparmex la dificultad para cubrir vacantes es el principal obstáculo que enfrentan y si añadimos la alta rotación y la falta de personal calificado, ese porcentaje alcanza 75 %.
Sin embargo, también hemos oído el otro lado de la historia. Personas que buscan empleo y expresan enormes dificultades para encontrar. La ENOE nos dice que hay -en números redondos- 2 millones de personas desocupadas (quieren y buscan empleo), 5.8 millones de personas disponibles, pero no económicamente activas (es decir, no buscan empleo, pero aceptarían uno si encuentran algo que se adapte a sus necesidades) y dentro de la población no disponible para trabajar hay 2.6 millones de personas que no buscan empleo porque están en un contexto que les impide hacerlo, pero manifiestan interés en trabajar.
¿Qué pasa en el mercado laboral mexicano que mientras se observan las menores tasas de desocupación en mucho tiempo hay también millones de mexicanos que no participan activamente en el mercado? El mercado laboral es dinámico y es complejo, más en un país donde la informalidad prevalece, pero tener a prácticamente 10 millones de personas dispuestas a trabajar mientras que hay reclamos de escasez de personal sugiere, al menos, un desequilibrio en el mercado.
Desde luego, no es solo un tema de cantidad, es también un tema de salarios. Hay quien expresa, sin sorpresa alguna, que no encuentra empleo que le pague la remuneración que considera apropiada para sus habilidades o experiencia.
El estudio del IMCO y Coparmex muestra con datos que la población disponible para trabajar -aunque no busque empleo- está compuesta mayoritariamente por mujeres. Hay que seguir analizando los datos para entender mejor las causas del desequilibrio, pero este es un buen inicio.
Quizás si las empresas se mostraran más flexibles en sus horarios o en la forma de trabajo el desajuste laboral sería menor logrando beneficios para las empresas y sin duda para el avance de una agenda de género real en el país. No hay que darle muchas vueltas, la evidencia está ahí.
@ValeriaMoy