Veo con beneplácito que ha aumentado en nuestro entorno un gusto por leer cuentos cortos y relatos como los que he acostumbrado en este espacio periódicamente a lo largo de veintitantos años; pero también quienes gustan de escribirlos, y he recibido algunas publicaciones de otros compañeros que lo practican y muy bien.

Recientemente la maestra Gloria Juárez Sandoval me obsequió un texto intitulado “Guanajuato de mis recuerdos”, de su autoría, el cual consta de treinta y un relatos en 145 páginas, en su segunda edición.

Aunque ya había saboreado su exquisita pluma, por algunas partes compartidas en Facebook, ahora leyendo y palpando las hojas de este libro es otra sensación de más cercanía con las vivencias de la autora; y aunque quien realiza el prólogo es su esposo, el también abogado y maestro Eugenio Quiroz Godínez, los elogios ahí vertidos no demeritan en nada su valor, sino que los avalamos en su totalidad por estar apegados a la verdad y a la sensibilidad que proyecta la escritora.

En este periodo quincenal de vacaciones por el cierre de actividades en los juzgados, aprovechamos para abordar ciertas lecturas y la oportunidad se presenta con este agradable texto, cuyo contenido en parte comentaremos.

En la historia idílica de Leonor y Luis, la maestra Gloria Juárez dibuja cómo nace el amor con el más mínimo detalle, en un día común, pero en una tarde de fiesta de barrio en la Plazuela de San Francisco, precisamente en un puesto del juego de la lotería que costaba veinte centavos la tabla con figuras mexicanas, donde evoca algunos de los nombres que va gritando quien descubre las cartas: “La cobija de los pobres, ya los viene a calentar” (el sol), o bien “Valentín ¿por qué corriste trayendo tan buen puñal?” (el valiente); allí se cruzan dos miradas, la de ella: ojos, “Destellos de obsidiana”, que da título al relato, y la de él. (pág. 74).

De forma magistral  y con palabras propias de la época, la escritora Gloria Juárez nos describe el ambiente y personajes que dan origen a su narración “Alas de paloma”, ubicando al lector en el famoso callejón El Truco, que ha servido para múltiples leyendas y cuentos, sumando uno más acerca de una joven bella asediada por pretendientes que son rechazados por su madre, quien la cuida de tal manera exagerada que la aísla del mundo exterior a su casa, hilando una serie de tragedias y detalles que culminan en un final inusitado muchos años después, el cual no se pueden perder los amables lectores. (Pág. 122)

Por tratarse del tema “Recuerdos de Guanajuato”, ciudad natal de la escritora, no podían faltar las serenatas, ni el café universitario, los cuales menciona en una alocución e historia sobre dos jóvenes estudiantes, amigos de su hermano, de nombres Francisco Arrona “El Gordo”, y Barajas. Uno, enamorado de una normalista bellísima de nombre Marina. Y precisamente, afuera del magnificente edificio de cantera rosa de la Normal de Guanajuato, arranca el relato a la salida de las alumnas, mientras los muchachos, unos ya novios y otros apenas pretendientes, como “El Gordo Arrona”, las esperaban.

Los muchachos ensayaban las canciones que cantarían en las serenatas. El “Gordo Arrona” siguió su camino profesional al graduarse, fuera de la ciudad capital, mientras Marina se enamoraba prematuramente de otro aún a despecho de su madre ultraconservadora, siguiendo un camino muy distinto de sufrimiento y amargura. Ojalá y tengan oportunidad de leerlo. (Pág. 62)

Durante estos días de asueto continuaremos leyendo y de ser posible, compartiremos esas lecturas.

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