De acuerdo con los medios, el pasado miércoles 26, el fiscal del Vaticano pidió 13 años de cárcel para el cardenal Angelo Becciu; a la vez, ordenó la confiscación de unos 400 millones de dólares para compensar a la Santa Sede por daños financieros causados por este encumbrado personaje de la casta cardenalicia. Se le acusa de varios delitos financieros contra el Vaticano.
Por primera vez en la Historia, el Vaticano lleva a juicio a un hombre de tanta alcurnia, como lo es el cardenal Angelo Becciu, diplomático y Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, íntimamente relacionado con el Banco Vaticano y la Secretaría de Estado. Era uno de los personajes de más confianza del Papa. Este hombre de Dios es acusado de extorsión, malversación de fondos, corrupción y blanqueo de dinero… El monto defraudado en la compra de inmuebles en Londres, apunta a 400 millones de dólares, afectando los fondos para obras de caridad.
También, será procesada Cecilia Marogna, conocida como “la dama del cardenal” en la que, según la prensa italiana, el sibarita Cardenal gastó más de 500 mil euros para halagarla con refinados obsequios… El cardenal Becciu ha negado su implicación en el caso y se defiende: “Esto es un linchamiento mediático de las víboras y cuervos del Vaticano” y los culpa por su desgracia.
La corrupción en la Santa Sede parece incontenible, se desborda en cascada desde la más alta jerarquía: esta va desde la gestión fraudulenta en las donaciones de feligreses y el blanqueo de capitales, hasta los negocios fraudulentos en bienes raíces. De inicio, recordemos que el Banco Vaticano nace con dinero non santo, que el Vaticano recibió de manos del dictador fascista Benito Mussolini.
La corrupción ha sido la impronta del Banco Vaticano. Como muestra, ahí está el recuerdo del arzobispo Paul Marcinkus, guardaespaldas del papa Paulo VI y presidente del Banco Vaticano, relacionado con negocios sucios e intrigas, entre banqueros corruptos de la mafia italiana.
Todo lo anterior terminó fatalmente con el asesinato de dos de sus protagonistas que fueron parte de la trama: el banquero Roberto Calvi, dueño del Banco Ambrosiano, cuyo negocio era coadyuvar con el Banco de Dios a hacer transferencias, para lavar dinero sucio de la mafia; así las cosas, un día, su cuerpo apareció colgado de un puente en Londres; también, otro banquero de la mafia, Michele Sindona, fue envenenado en 1986 con una taza de café con cianuro. El papa Pablo VI siempre protegió al cardenal Marcinkus, acusado de estar involucrado en los asesinatos mencionados; este nunca pudo ser tocado por la justicia, debido a la inmunidad diplomática vaticana de la que disfrutó hasta su muerte.
Entre incontables casos, también se podría mencionar el del Administrador del Patrimonio de la Santa Sede, dependiente del Banco Vaticano, Monseñor Nunzio Scarano, que en el 2019 aterrizó en Roma procedente de Suiza, en un jet privado, con maletas de billetes que sumaban 26 millones de dólares. Scarano fue acusado por las autoridades italianas de blanqueo de dinero y de tener “amistades peligrosas” napolitanas.
El escándalo que rodea al cardenal Angelo Becciu, se suma a la cadena de escándalos que han afectado drásticamente la credibilidad de la Iglesia Católica; esto trae como consecuencia el escepticismo y la desconfianza, sobre todo de jóvenes, hacia la institución religiosa. La pregunta que se hacen muchos fieles e infieles es: ¿Pero por qué, tratándose de dinero, ponen el grito en el cielo, y piden con vehemencia al tribunal que se castigue de manera ejemplar al delincuente, cuando esto nunca ha sucedido por crímenes de pedofilia?
El caso Becciu obliga al Vaticano a la rendición de cuentas, sobre todo en relación a los nefandos crímenes contra la niñez. Los escándalos de pedofilia han dado la vuelta al mundo sin mayores consecuencias para los criminales, solo el descrédito para la institución, como fue el vergonzoso caso de Maciel; estos siempre protegidos institucionalmente por el Vaticano, para que no fueran alcanzados por el brazo de la ley. En Europa, se están quedando sin jóvenes, las iglesias están vacías, las están vendiendo para ser usadas como bares, hoteles y cines, es urgente una profunda reforma dentro de la Iglesia jerárquica, si no quieren seguir perdiendo credibilidad y jóvenes.
Estos santos varones de la élite vaticana que pelean por el poder y el dinero y que se han erigido en la conciencia moral de la sociedad y condenan desde sus altas investiduras a países, gobiernos y personas, necesitan, con humildad, verse en un espejo, haciendo un ejercicio de autocrítica, y medirse con el mismo rasero que juzgan a los mortales. No por nada, en la magistral pintura de Miguel Ángel, “El juicio final,” está representado en la entrada del Infierno, Minos, el rey del Infierno, desnudo, con orejas de burro, una serpiente enroscada en su cuerpo y con los rasgos faciales de un famoso cardenal… “La Iglesia necesita a los jóvenes para no envejecer. La Iglesia morirá, si se alejan los jóvenes y se convierte en algo de viejos”: Papa Francisco.
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