El presidente López Obrador festejó “como pavo real” algunos de los datos que difundió el Inegi en su última Encuesta Nacional de Ingreso y Gasto de los Hogares (ENIGH 2022). Pero una vez que se analiza con cuidado esa encuesta, poco es digno realmente de festejarse y mucho de condenarse.

Su algarabía se debe básicamente a que los ingresos que tuvieron los hogares en 2022, cuando se levantó esa encuesta, se incrementaron respecto a los que se habían tenido en 2020 y 2018. La comparación con el 2020 no tiene sentido, pues en ese año la economía se hundió debido a la pandemia. Por otro lado, el que hayan crecido los ingresos en menos de 5% respecto a los que se tenían en el año 2018, a fines del sexenio de Peña Nieto, es, al contrario de lo que opina el presidente, un signo más del fracaso de su gobierno. Es otra evidencia que apuntala nuestra vieja conjetura de que a fines del 2024 el producto interno bruto per cápita será menor que con Peña Nieto.

Aunque eso no es lo peor, ojalá fuera así. Lo que la ENIGH 2022 revela, una vez que se la examina con detalle, es todavía más preocupante.

De acuerdo con Máximo Jaramillo, profesor de la Universidad de Guadalajara y un notable experto sobre el tema de gasto social en México, la ENIGH 2022 muestra que: “Al 2022, los hogares más pobres reciben menos programas sociales que en el sexenio anterior. Los más ricos reciben… ¡el triple!”. Y continúa con su dictamen Jaramillo: “Van 5 años de este sexenio durante los cuales los pobres reciben menos […] En 2018, los más pobres recibían 23% del total de programas sociales, luego 10% en 2020 y aún bajó más, a 9%, en 2022 […] Urge poner atención al resto de los programas sociales que no son la Pensión de Adultos Mayores”.

Lo anterior se explica, conjeturamos, porque para López Obrador los votos electorales son los únicos que cuentan y, sobra añadir, los más pobres no frecuentan lo suficiente las urnas.

Pero la historia todavía no acaba con ese lamentable hecho, ojalá terminase allí. De acuerdo con el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), la primera infancia es la que ha sido más descuidada, y por mucho, en este sexenio.

Este grupo, constituido por mexicanos cuya edad oscila entre un día y los cinco años, es el más desprotegido. Nota el CIEP que hay diez millones de infantes con ese rango de edad y que la mayoría de ellos presenta una gran vulnerabilidad tanto por los ingresos de su familia como por el acceso que tienen a los servicios de salud y la educación. El 56% de esos pequeños pertenecen a un hogar cuyos ingresos se sitúan en el 30% más pobre.

No debe sorprender entonces que, entre los años 2020 y 2022, otros 1.5 millones de infantes se quedaron sin acceso a los servicios de salud. De manera más precisa, entre los infantes que viven en los hogares más pobres de todo México (el primer decil), el porcentaje de ellos que carecen de alguna cobertura de salud pasó de 43% en 2020 a 68% en 2022. 

¿Por qué? Bueno, pues sucede que los infantes no votan.

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