Los libros de texto gratuitos son, sin duda, una evidencia contundente de lo que el Estado mexicano puede y debe hacer para hacer llegar la educación al pueblo. No hay otra estrategia tan efectiva para educar, que una buena guía para el profesor y textos para los estudiantes, sobre todo, en las regiones más pobres de México, donde son el único recurso para formar a los menores. Conozco bien el modelo que origina a la CONALITEG, el organismo federal que coordina la publicación de los textos, pues alguna vez le asesoré en su planta de Querétaro y porque publicó, dos libros que escribí sobre educación. Es una entidad necesaria para concretar este propósito maravilloso de llevar conocimiento a primarias y secundarias. Pero el debate de esta semana, centrado en la “ideologización” de los libros de texto gratuitos para la educación básica, merecen una reflexión aparte.

Empecemos por reconocer la enorme brecha entre la educación pública y la privada, pues en el nivel básico, lamentablemente, las escuelas particulares tienen ganado ya mucho trecho. Es el equipamiento, el uso de tecnología, la capacitación de profesores, el aprendizaje de lenguas y también la formación en habilidades del pensamiento, lo que ha incrementado la brecha, junto con la formación que muchos alumnos traen en deportes, cultura, computación. Es más, estas escuelas, no requieren los libros de texto gratuitos, porque adquieren por paquete y de las mejores editoriales que operan en el País, de acuerdo a sus modelos educativos y académicos.

Pero ese no es el México de las mayorías. Los libros de texto son indispensables para las escuelas públicas. No hay más que eso. En el periodo cardenista, por ejemplo, se publicaban textos que incluían la visión socialista del Estado mexicano y fueron útiles para crear una cultura nacionalista. Es cierto que la impresión de millones de ejemplares para las escuelas públicas, han provocado, ejercicios de educación maravillosos que cambiaron la vida de millones de mexicanos. Pero la publicación que hizo el gobierno del Presidente AMLO, independientemente del cuestionado proceso de consulta, exageró en la “ideologización” de los textos.

Señalo dos aspectos que considero relevantes: presenta parte de la historia sesgados hacia lo que ve el partido MORENA como el supuesto fraude electoral del 2006. Reduce la proporción de conocimientos de ciencias y da más peso a lo social. Tiene, sí, fortalezas: consideran los planes y programas 2022; tiene la planeación didáctica de “la nueva escuela mexicana” (poco de nueva en mi opinión) y tiene enfoque comunitario. Algunas debilidades: los “proyectos” escolares están organizados por área: escuela, aula y comunidad, pero al interior de los libros, no hay secuencia entre libros ni priorización y se requiere el programa analítico para priorizar proyectos y los cientos de errores de conceptos, de sintaxis y ortográficos (que siempre han tenido).

Como profesor (ahora estoy jubilado, pero doy clase en primero de secundaria en Ciudad del Niño Don Bosco) veo que tienen un fuerte contenido ideológico como no lo había visto en los años anteriores. Como padre de familia de educación básica (mi hija menor tiene 13 años) y cursa en una escuela privada, prefiero adquirir los textos especializados sobre los publicados por el gobierno, pero reconozco que soy del 10% de privilegiados que puede adquirirlos. Si fuera papá en una escuela pública, que son la enorme mayoría, no tendría otra alternativa que usarlos.

Sé que algunos estados, como Guanajuato, retendrán, basados en la orden de jueces, que no se distribuyan los textos hasta que se cumpla el proceso de consulta, aunque los libros ya se imprimieron. Lo que sin duda quiso hacer el Presidente AMLO, fiel a su estilo de gobernar, fue imponer contenidos y forzar la impresión de textos, con contenidos ideológicos que reflejan su manera de ver el mundo. No se acaba el mundo. No son libros comunistas, pero tampoco son libros que se adecuen a la realidad globalizada en la que se mueve México. Por eso, lamento que AMLO haya “ideologizado” algunos contenidos de los textos. Con Lety, la Secretaría de Educación federal tan gris, tan limitada de talento y simple instrumento de las instrucciones del Presidente, poco se hubiera podido lograr para consensos con padres de familia y maestros sobre los contenidos.  

Afortunadamente AMLO ya se va; se acaba el sexenio de este ser humano por quien muchos votamos en tres ocasiones para terminar siendo hoy un patriarca soberbio lleno de odios, que poco le deja a las generaciones jóvenes a quienes debemos formar en la concordia, en la unión y en la confianza en el futuro, posturas frente a la vida, que deberían plasmarse en los maravillosos libros de texto gratuitos.

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