León ocupa el deshonroso tercer lugar en homicidios dolosos en México. Oficialmente, julio se ha convertido en el mes más violento en la historia reciente. Durante el primer semestre del año las carpetas de investigación por homicidio doloso y feminicidio ascendieron a 396 casos, comparados con los 308 casos registrados en el mismo periodo del año anterior, lo que representa un aumento del 28.5% según revela el Observatorio Ciudadano de León.
Los ciudadanos aspiran a que el poder político realmente cumpla su función de servir a la sociedad y que los políticos tomen conciencia del sentido de responsabilidad, que implique un compromiso auténtico, primero con la sociedad y luego con sus aspiraciones personales.
Es urgente regresar a la política como una causa para lograr buenos gobiernos, que se enfoquen en la justicia social, la solidaridad y la subsidiaridad, en lugar de ser impulsados por los deseos incontenibles y obsesiones de poder que les dicta su “ego”, pero que los incapacitan para esforzarse en beneficio de otros. Los adictos al poder viven en un surrealismo político, donde el deseo inconsciente se sustenta en lo irracional, sin prestar atención a la realidad externa.
En León se evidencian contradicciones entre el “deber ser” de la institucionalidad gubernamental, que debería promover el desarrollo y bienestar de sus habitantes, y el “ser” de la incapacidad para garantizar la seguridad y los derechos de los ciudadanos, lo que les impide vivir con dignidad.
La ciudad debería contar con un orden que la haga funcionar de manera eficiente, pero desafortunadamente esto no ocurre así: León no está funcionando bien. Es el Municipio con el mayor número de personas en situación de pobreza en México, el tráfico vehicular es insufrible, cientos de miles de personas viven en fraccionamientos irregulares, sin servicios, la inversión en infraestructura es mínima y no se ejecutan obras significativas que mejoren la calidad de vida de los habitantes.
Además, el agua es costosa y su suministro es intermitente, las áreas verdes son escasas y, sobre todo, la presencia y capacidad policiaca son insuficientes ante la creciente delincuencia que rebasa ampliamente a las autoridades. Lamentablemente, estas parecen estar más preocupadas por las próximas elecciones que por el bienestar de las futuras generaciones.
León sufre el flagelo de la delincuencia. El “leit motiv” del municipio y el estado es que el fuerte no abuse del más débil, cuidar de la seguridad de las personas y de sus bienes, prevenir el delito, garantizar la paz y la convivencia entre los ciudadanos. Se podría afirmar que la inseguridad deslegitima y desacredita cualquier aspiración futura del gobernante, que pretenda escalar, porque sin orden y tranquilidad, las demás acciones complementarias dejan de ser significativas para el bienestar de la población.
Guillermo Valdés Castellanos, experto y ex director del CISEN en México, dice que los gobernadores y alcaldes son los responsables en primera instancia de brindar seguridad a los ciudadanos, y no han hecho su tarea. Explica: “Todos los gobernadores tienen mando policiaco sobre las policías municipales, además de sus fuerzas estatales, que juntas suman más de 600 mil elementos.
Continúa… “Y, por desgracia, los gobiernos municipales no han preparado ni limpiado sus policías. Las carretadas de dinero de ayuda que les ha dado el Gobierno federal, desde hace décadas, se esfuman o se usan en otras cosas. La solución fácil que encuentran es solicitar la presencia del Ejército.”
En política la percepción es realidad, y en León en el último año el 75% de la población se siente insegura o ha sido víctima de algún delito. A medida que la inseguridad aumenta, los índices de bienestar social disminuyen; mientras, la Administración municipal de León guarda silencio, tampoco ofrece resultados, ni siquiera se atreve a remover al Secretario de Seguridad, al que a todas luces le quedó alta la vara; cada día el problema es peor…
Pero, aun así, Ale aspira a ser gobernadora de Guanajuato. Surge entonces la pregunta: ¿Será legítima y ética su aspiración? No ha concluido su mandato como alcaldesa para el cual fue elegida por el voto ciudadano, y existen numerosos problemas pendientes por atender en su gestión actual. Entre ellos, la incapacidad para brindar seguridad a los leoneses y generar las condiciones para que los ciudadanos puedan perseguir sus sueños sin peligros amenazantes.
Servir desde la Administración Pública es aportar para la construcción del funcionamiento colectivo, es generar progreso en lo público, es combatir la deshonestidad y la ineficiencia; pero, por desgracia, olvidan que servir es inclinarse ante las necesidades del otro. La mejor tarjeta de presentación para Ale sería construir un gobierno municipal eficiente, exitoso, que marque un hito en la evolución del Municipio, de un antes y un después, que sus obras y acciones hablen de sus capacidades y den sustento a sus aspiraciones… A los políticos se les considera por sus dichos y se les valora por sus hechos.
“En la lucha contra el malvado, la sociedad tiene tres armas: gobierno, opinión pública y conciencia”: William Somerset.
Es hora de reflexionar, ¿qué nos está faltando?