Una vez más el presidente López Obrador reiteró ayer que está dispuesto a patentar su modelo de “economía moral” y “humanismo mexicano”. “Nada que ver con la política neoliberal o neoporfirista, o con las recetas de los organismos financieros internacionales que imponen a ciertos países y que causan pobreza y desgracias. Entonces, esto es completamente distinto. Por eso logramos reducir la pobreza”.
La verdad es que no hay mucho que patentar. El presidente ha combinado un prudente manejo de las finanzas públicas con un fuerte reparto de dinero del erario en programas sociales. El manejo conservador, o “neoliberal”, de las finanzas públicas es algo que durante décadas recomendaron el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Repartir dinero a las familias ayuda a disminuir la pobreza, por lo menos en el corto plazo, siempre y cuando el gasto no deteriore el prudente manejo de la hacienda pública. Veamos lo que ha sucedido en Argentina, donde los programas sociales han terminado por quebrar al gobierno.
El problema más profundo de México es la pobreza. Por eso he aplaudido el descenso en la medición de Coneval de 2022. Pero hay que entender las razones y las asignaturas pendientes, que todavía son muchas.
La baja, hay que subrayar, se ha concentrado entre quienes padecen pobreza moderada. La pobreza extrema no solo no ha bajado, sino que ha subido. Hoy 9.1 millones de mexicanos viven en pobreza extrema, 400 mil más que los 8.7 millones de 2018. No tiene caso patentar un sistema que produce tal resultado. Más bien hay que analizar los errores. o, si no se quiere usar esa palabra, las “áreas de oportunidad”.
El gobierno ha aumentado de forma muy importante los recursos que dedica a los programas sociales. En 2018 se presupuestaron 604,911 millones de pesos para programas sociales; en 2023 la cifra se elevó a 805,227 millones de pesos, descontando la inflación (son pesos reales de 2023 para las dos cifras, IMCO). El programa de pensiones para el bienestar de los adultos mayores representa el 38.8 % del total de estos apoyos, según el IMCO, pero mientras que se eliminaron programas focalizados en los más pobres, como Prospera, el apoyo a los adultos mayores se entrega por igual a los más pobres, a las clases medias e incluso a los ricos. El ingreso que los más pobres perciben de los programas sociales es relativamente menor al que recibían antes, en tanto que millones de familias en pobreza moderada o en las clases medias están obteniendo apoyos que antes no les llegaban.
La caída de la pobreza se ha registrado en un periodo, 2018-2020, en que el PIB per cápita ha descendido. No es consecuencia de una economía boyante que levanta a todos. Sin embargo, al presidente no parece importarle. Al contrario, ha señalado que los pobres son más leales a su proyecto y que las clases medias son ingratas. Ha dicho, incluso, que los pobres son como “mascotas”, a los que hay que alimentar porque no pueden hacerlo por sí solos.
No se puede ser mezquino con un gobierno que ha logrado bajar la pobreza, pero eso no significa que haya que aceptar ciegamente que todo va bien, requetebién. Los programas sociales no deben ser generales, sino focalizados para ayudar a quienes están atrapados en la pobreza extrema. El gobierno, por otra parte, no puede insistir en sus errores, en particular en el gran fracaso que ha representado la política de salud, la cual ha dejado sin servicios a más de 30 millones de mexicanos. La falta de medicamentos y servicios de salud afecta más a los más pobres y es uno de los factores que han hecho que la pobreza extrema, en lugar de bajar con la pobreza general, haya aumentado.
Finalistas
Xóchitl Gálvez, Beatriz Paredes y Santiago Creel han pasado a la tercera etapa en el proceso de selección del “no candidato” del Frente Amplio por México para la elección presidencial de 2024. Con tropiezos, pero el proceso sigue avanzando.
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