Estaba medio deprimida ante tantos acontecimientos tan tristes y trágicos que estamos viviendo en nuestro México, aunado a que tres personas cercanas se fueron al cielo, una de ellas, repentinamente, en una operación. Una amiga de 63 años, llena de vida y alegría, que se siente un poco mal, le hacen los análisis un miércoles; el jueves la tienen que operar de urgencia; y el viernes la estábamos velando. Las otras dos, una mujer joven y el esposo de una amiga querida, con tantos sueños que cumplir y que el cáncer se los llevó demasiado pronto. Y nos volvemos a dar cuenta que la vida es tan frágil como valiosa, aunque, lamentablemente, pareciera que necesitáramos de estas duras situaciones para recordarlo… ¡lo olvidamos tan fácilmente!
Por estas fechas también eran los cumpleaños y santos de mis papás, y parece que no, y aunque los recuerdo con cariño, me sigue doliendo su partida.
Y estaba yo con estos sentires cuando al escuchar la diaria reflexión sobre las lecturas del día, que vienen en la aplicación de Rezandovoy (hecha por los Jesuitas, y que les recomiendo ampliamente a mis queridos lectores), sale el salmo 135 que nos pide darle gracias a Dios por aquello que sí tenemos.
Y empecé esta lista que me ayudó a cambiar el ánimo…
- Gracias porque puedo ver, escuchar, caminar, hacer ejercicio, manejar.
- Gracias porque tengo un carro que manejar, te pido por aquellas gentes que se están mojando esperando que pase su camión, te pido porque todos tengamos un transporte digno.
- Gracias por la lluvia, que hace que nuestro campo pueda producir sus frutos y que se vea tan hermoso el paisaje, todo verde.
- Gracias por la reunión de las amigas y los recuerdos vividos y compartidos.
- Gracias por los pies de mis nietos que se me enredan cuando duermen conmigo y sus cariños que me hace cuando despiertan.
- Gracias porque tengo hijos, nietos y un esposo que me apoya, que me abraza, que me escucha, y al cual puedo apoyar, abrazar, escuchar, amar.
- Gracias porque puedo leer y escribir, porque puedo comunicarme y aprender.
- Gracias porque mi techo no tiene goteras y porque mi piso no se inunda, te pido porque podamos ayudar a que todos vivamos así.
- Te doy gracias porque puedo comer y disfrutar la comida, porque tengo que comer, ayúdame a que pueda compartirla y gozarla en comunidad.
- Gracias porque duermo en paz y a veces, ¡hasta sueño!
- Gracias porque hoy amanecí y amanecimos bien.
- Gracias por mis hermanos, sobrinos, primos y tíos, porque somos familia y estamos juntos en las buenas y en las no tan buenas.
- Gracias porque la vida es un don, es tu don y hoy me lo volviste a dar, ayúdame a gozarlo, a vivirlo plenamente, a usarlo para hacer el bien.
¿Y tú, querido lector, por qué das gracias hoy?
DAR