Hoy decidirá Beatriz Paredes si conviene o no presentarse a la elección del Frente Amplio por México. Más tarde lo sabremos pero vale la pena pensar en Beatriz y lo que significa en la historia reciente del país.
Beatriz representa muchas de las virtudes que permitieron gobernar al PRI en paz, construir instituciones y participar en elecciones democráticas, donde ganó y también perdió. Mientras personajes menores dudaban de su categoría, nos dio una muestra de su altura política durante los foros del Frente. Elocuente, inteligente e ilustrada, puso en acción la palabra para explicar la visión de una estadista.
El PRI, ese que odia Dante Delgado y del que fue miembro, ese partido del que la mayoría de los encumbrados de hoy surgieron -incluído el presidente López Obrador- tuvo grandes matices. Variopinto en la conjunción de personas de mucha altura como Beatriz, José Narro, Ernesto Zedillo o Agustín Téllez Cruces, y de villanos como Gustavo Díaz Ordaz, Manuel Bartlett o el propio Enrique Peña Nieto.
La suma de talentos del PRI permitió que un país cuadruplicara su población en seis décadas (de 30 millones a 120), al tiempo que crecía la esperanza de vida a 75 años. Su sistema de salud pública logró la vacunación universal y la extinción de enfermedades tropicales o la Poliomielitis.
México creó un servicio exterior ejemplar -del cual Beatriz fue parte-, instituciones educativas que dieron movilidad social y un sistema de infraestructura que permitió sexenios de crecimiento de un 6 % anual.
Los partidos de hoy, en particular Morena, no sólo heredaron las instituciones que nos gobiernan, también lo peor del llamado PRIato. Las prácticas del PRI las vemos en los acarreos del PAN en Guanajuato, en el indeseable dedazo y el uso de fondos públicos para promociones electorales.
También las observamos en el enriquecimiento súbito de alcaldes y gobernadores, de funcionarios de todos los niveles y de todos los partidos. Pocos administradores pueden mostrar sus manos limpias como lo hizo Beatriz, como también lo hiciera Enrique de la Madrid.
Beatriz goza de otro valor indispensable si hay congruencia intelectual y política: la lealtad. Jamás quiso ser chapulín o tránsfuga. Su partido es el PRI de principio a fin. Si hoy declina para facilitar las cosas a sus compañeros del Frente, será para evitar gastos y desgaste. Desde ahora podrá caminar al lado de Xóchitl para entregar lo mejor de sí a la causa de la democracia.
Atrás quedaron el antagonismo y cualquier duda sobre las intenciones del PRI. La oposición tendrá una candidata ciudadana que estará rodeada de talento para formar un gobierno de coalición en 2024. PAN, PRI y PRD volverán a la vida si aceptan las condiciones de la ciudadanía. Beatriz será garantía para los demócratas del país.
Armando un “trabuco”, la campaña de Xóchitl iniciará en el espíritu de quienes hace dos meses y medio estaban desilusionados, de quienes no veían la forma de competir. Sorpresas fueron todos, Santiago Creel, Enrique de la Madrid, Beatriz Paredes y la propia Xóchitl. Cuatro magníficos que pueden convertirse en siete con Ildefonso Guajardo, Miguel Mancera y José Ángel Gurría, por ejemplo.
Será la primera ocasión que irán en coalición políticos disímbolos con ideas diferentes pero con un sólo ideal: rescatar a México del autoritarismo y regresarlo a la democracia institucional.
Gsz