Hay quienes afirman que todo tiene un principio y un fin. Es muy probable que esta concepción provenga de la inercia y la potencia de la máxima establecida en el Génesis: “Polvo eres y en polvo te convertirás”.
Es verdad, nuestra vida terrenal es finita, y eso ha llevado a los seres humanos a pensar en términos de inicios y finales. Lo cierto es que en algunas ocasiones podemos presenciar el comienzo de algo que no necesariamente tiene un término. Las ideas y los anhelos de igualdad y de un mundo más justo entran en esa categoría.
Carlos Monsiváis escribió alguna vez que con el movimiento estudiantil de 1968 dio comienzo en forma multitudinaria la defensa de los derechos humanos. Añadió que el gran albergue simbólico de este movimiento fue, es y será la Plaza de las Tres Culturas. Allí inició una lucha de largo aliento que aún se encuentra inconclusa. Un movimiento del cual somos herederos y participantes. Un anhelo que perseguimos, pero que exige una continuidad perpetua ante las constantes injusticias y acciones que buscan evitar la construcción de una sociedad equitativa.
Por eso decidimos realizar en este icónico lugar la última asamblea informativa de nuestro caminar rumbo a la selección de quien coordinará a nivel nacional los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación.
Acudimos a la Plaza de las Tres Culturas después de no descansar un solo día, de darnos cuenta de todas las demandas, preocupaciones y necesidades de la gente. Pero también pudimos constatar que el primer piso de la Cuarta Transformación está concluido, con una base constitucional firme, porque en el Congreso de la Unión, las y los legisladores cumplimos con nuestra responsabilidad, al concretar 40 reformas a la Carta Magna, 60 nuevas leyes y 140 instrumentos internacionales, que fijan las bases de la 4T.
Separamos el poder político del poder económico, y mi determinación es que nunca más éste se sitúe por encima del Gobierno ni decida por el pueblo. Logramos, además, darle sustento al primer estado de bienestar en todo el país. Cumplimos con la primera parte de la base social y jurídica de la Cuarta Transformación.
El presidente Andrés Manuel López Obrador está cumpliendo con llevar a cabo una profunda reforma social. La política social que impulsa no tiene parangón y es la primera que se aplica en la historia del país. Lo mismo en política económica y exterior, de tal manera que recuperamos la prestancia y sobriedad en el concierto de las naciones. Al mismo tiempo, se actúa con responsabilidad y disciplina; hay respeto al sector empresarial; se controla la inflación y, lo más importante, se logró que nueve millones de mexicanas y mexicanos salieran de la situación de pobreza.
En política interna hay estabilidad y estamos logrando construir el segundo piso de la Cuarta Transformación. No se ha quebrantado el derecho; no hay movilizaciones armadas, excepto aquellas empleadas por los grupos delincuenciales, mismas que seguiremos combatiendo sin tregua y sin pactos.
Por eso es importante que mantengamos viva la confianza y la llama de la esperanza, para estar en condiciones de continuar trabajando en atender las distintas problemáticas que me planteó la gente durante nuestros recorridos, y de las cuales, la principal (no debemos callarlo) es la inseguridad: en el 80% de los lugares que visitamos, la población me expresó su sentir respecto a esa situación.
Después de más de 40 años en política, hoy puedo reiterar que las luchas y causas más valiosas son las que inician sin que nos demos cuenta y no sabemos cuándo terminarán. Aquéllas por las cuales las personas entregan su vida sin la certeza de verlas concretadas. En estos últimos días pude constatar que en cada comunidad, cada municipio, cada alcaldía y cada estado hay cientos de miles de personas dispuestas a luchar por una de estas causas: seguir con la transformación de la vida pública del país. A todas y todos ellos les expreso mis eternos agradecimientos.
@RicardoMonrealA