Le acababan de decir a Xóchitl Gálvez que ella iba a ser la candidata única de la oposición para las elecciones presidenciales en México. Y hay reportes de que lloró. La senadora priísta Beatriz Paredes se había retirado de la contienda al ver que no le alcanzaban los números de las encuestas. Era miércoles por la tarde, y había que hablar. No se podía desperdiciar ese momento cuando todo el país oía.

Ya había anochecido cuando cerca de diez mil personas abarrotaron la Expo Santa Fe en la ciudad de México. Entre empujones y gritos de “¡Presidenta! ¡Presidenta!” y un mar de celulares grabando el momento, Xóchitl llegó al podio y ahí, emocionada, soltó una promesa que la va a marcar a ella y al país hasta el día de las votaciones el 2 de junio del 2024.

“Yo les vengo a ofrecer la victoria”, dijo aún impactada por el recibimiento. “Y le vamos a dar la paz a México, sin odios, sin pleitos.”

Es, sobra decirlo, una promesa gigante.

Xóchitl primero ofrece ganarle a un presidente sumamente popular – seis de cada 10 mexicanos apoyan su gobierno – y a cualquiera de sus “corcholatas” que resulte como candidato oficial. Y digo que hay que ganarle a Andrés Manuel López Obrador porque está muy claro que el mandatario se ha metido a fondo en las críticas a Xóchitl y en la promoción de su sucesor(a). Y que lo seguirá haciendo, sea legal o no.

Además, el proceso de elección del candidato del partido MORENA ha estado tan lleno de irregularidades y “desorden”, como ha denunciado frecuentemente el aspirante Marcelo Ebrard, que es poco probable que se escoja a alguien que no sea el favorito del presidente.

Pero yo quisiera concentrarme en la parte de la promesa de Xóchitl en la que dice que “le vamos a dar la paz a México.” Ese es el punto central. “¿Cuál es el principal problema que hay en el país hoy en día?” preguntó en agosto el periódico Reforma. El 67 por ciento de los encuestados dijo que la inseguridad. Mucho más que todos los que estaban preocupados por la corrupción, economía, desempleo, pobreza y salud.

Esto no debe sorprender a nadie, aunque el presidente siga insistiendo en que “vamos bien”. No puede ir bien un país con más de 150,000 asesinatos y que pudiera tener decenas de miles más antes de entregar el poder. No puede ir bien un país que a finales del 2022 ya tenía 109,171 personas desaparecidas, según las cifras de la Secretaría de Gobernación. Por supuesto, no todas esas desapariciones ocurrieron en el gobierno de AMLO. Pero esos seres que nunca vuelven a aparecer y el horror de las fosas por todo el país han marcado también a este sexenio. Y lo más frustrante son esas amenazas de muerte a las madres buscadoras de desaparecidos. La impunidad reina.

Ese es el México que no queremos. Y Xóchitl lo ha entendido bien.

Lo que no sabemos los mexicanos es cuál es su plan para reemplazar la fallida política de seguridad de “abrazos, no balazos” de López Obrador. El expresidente Felipe Calderón no pudo. Enrique Peña Nieto tampoco. Y AMLO ha sido un fracaso completo; más aún por su fantasiosa insistencia de vender como un éxito un país marcado por la sangre y la violencia.

Hace varias semanas, antes de la efervescencia de estos días de anuncios y promesas, tuve una entrevista vía satélite con Xóchitl. Todavía no anunciaba sus aspiraciones presidenciales y tenía la ventaja de hablar abiertamente, sin compromisos partidistas ni arreglos en lo oscurito.

¿Qué va a hacer usted para enfrentar la violencia en México? le pregunté.

“Realmente yo hoy no tengo una propuesta de seguridad pública clara”, me respondió con absoluta sinceridad. “Te puedo hablar de las ideas que tengo como senadora, de lo que yo estoy convencida que hay que hacer en el país. Quitar la impunidad. Darles recursos públicos a las policías estatales, que hoy no los tienen. Lo que yo haría sería sentar a los mejores expertos del mundo y de México para establecer una estrategia. No se puede hablar a la ligera. … Hay demasiados fracasos de expresidentes que no han podido encontrar la solución.”

Es preferible decir que no sé y buscar ayudar con expertos a implementar, como AMLO, un sistema que nos deja más de 80 muertos al día.

Pero esta respuesta de Xóchitl no va a aguantar mucho más. Los mexicanos ya no tienen la paciencia para esperar otro año más antes de saber cuáles son sus planes para reducir la criminalidad y los desaparecidos. El principal reto de la próxima presidenta – y todo apunta que México tendrá a una mujer en la presidencia en el 2024 – será evitar que maten a tantos mexicanos.

La última parte de la promesa de Xóchitl – “sin odios, sin pleitos” – es fundamental. López Obrador, como Donald Trump en Estados Unidos, ha dividido familias, amigos y al país entero. Y eso es totalmente innecesario. Entiendo que las visiones de país entre los partidos políticos sean distintas, pero creo que todos podemos estar de acuerdo en una política de seguridad que funcione.

Menos muertos, menos miedo, más unión, más alegría. Eso es lo que todos queremos, Xóchitl.
 

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