Últimamente se han estado presentando y conociendo algunos hechos políticos que parecerían no tener ninguna relación entre sí, pero que, si los sometemos a un análisis siniestro y exagerado, podrían poner a pensar mal a más de alguno.

Primero, hace unas semanas, de manera sorpresiva un diputado del Partido Verde, que ni siquiera tiene representación en el Ayuntamiento de León, denunció presuntas irregularidades en un proceso de adjudicación para instalar las fotomultas en León, todo al calor de estimaciones sin fundamento y con pleno desconocimiento de los reglamentos, pero logrando la intención de captar algo de la atención pública.

Luego vino un extraño regaño público del Gobernador del Estado a los dos síndicos leoneses por no haber asistido a un evento protocolario al que no tenían obligación de ir, lo cual más allá de ridiculizar a los propios ediles, también dejaría la sensación de que a la alcaldesa de nuestra ciudad no la acompañan ni sus más cercanos, además de que alguien también lo interpretaría como falta de control sobre lo que hace su Ayuntamiento.

Unos días después nos enteramos qué la exalcaldesa de nuestra ciudad estaba haciendo señalamientos absurdos sobre unos gastos que se cubrieron por la Tesorería Municipal, diciendo que la Presidenta y los ediles desviábamos recursos porque en reuniones de trabajo a veces nos daban de desayunar “huevos con jamón”, buscando dejar en el ambiente la idea de que la alcaldesa abusa de los dineros públicos en su beneficio. Lo anterior resulta inverosímil, ante la falta total de argumentos legales para cuestionar partidas que están autorizadas en todos los presupuestos.   

Y la semana pasada, al parecer por una filtración, algunos medios de comunicación de la ciudad publicaron presuntas irregularidades en la adquisición de uniformes por parte de la Comisión Municipal del Deporte (Comude), las cuales por supuesto que tendrán que ser investigadas, y en caso de que sean ciertas deberán generar sanciones a los responsables, pero la Comude es una entidad descentralizada que toma sus propias decisiones, de manera que la alcaldesa no tiene injerencia alguna en las mismas, y el escándalo mediático no aclara suficientemente eso, por lo que se pretende dejar la impresión de que toda la administración pública leonesa está manchada.

Ciertamente, cada uno de estos hechos en principio pareciera que no tienen ninguna relación entre sí, a menos que podamos identificar algunas coincidencias entre ellos, y aquí es donde se pone interesante el asunto pues, por lo menos hay dos circunstancias que se repiten en los cuatro: una, que ninguna de estas denuncias fue hecha por algunos de los miembros de la oposición en el Ayuntamiento, es decir, que su origen vino desde afuera, y dos, que todas buscan golpear la imagen de Alejandra Gutiérrez y su gobierno, generando con esto damnificados y beneficiados.

Entiendo que para muchos lectores lo anterior no signifique ni cercanamente una hipótesis realista, y más bien esté ligada a una distorsión mental de quien esto escribe, pero créanme que cuando la política se junta con la perversidad, todo es posible. Si los hechos aquí narrados pudieran tener un eje en común, entonces habría que preguntarnos o más bien preocuparnos, por saber quién pudiera tener esa capacidad de influencia y negociación.

De cara a un proceso interno que se ha polarizado y hasta radicalizado, en donde uno de los factores que pueden jugar para inclinar la balanza es la percepción ciudadana obtenida a través de encuestas, sin duda alguna una serie de hechos ciertos o falsos, triviales o serios, pero constantes, definitivamente pueden incidir, aunque sea sutilmente, en las preferencias ciudadanas, ¿no cree usted? 

 

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