Desde 1991 la relación del gobernador en turno con los empresarios ha sido buena. Y hay que entender que el arribo al poder del PAN, se construyó con candidatos provenientes del sector empresarial. La derrota que sufrió el PRI en León y que anticipó su caída de la gubernatura, se monta sobre una alianza irruptiva de candidatos empresarios muy audaces.
Fue el caso de Carlos Medina Plascencia y de Vicente Fox. Ante esas circunstancias se respiraba el cambio en Guanajuato. Juan Carlos Romero Hicks fue una carta distinta, un joven rector, de perfil académico, pero con buena actitud para relacionarse con el empresariado de la entidad, especialmente con los leoneses. A partir de ahí, los siguientes ejecutivos dejaron de originarse en el crisol de los negocios privados, entronizándose desde la militancia y el escalafón partidista, combinado con la burocracia estatal. La relación con el mundillo empresarial dejó de ser prioritaria, salvo con cierto segmento de emprendedores que se acostumbraron a hacer negocios con la ayuda de políticos.
Miguel Márquez resultó un capricho de Oliva. Siempre sonriente, bonachón, confiable, estableció una relación llevadera con el sector empresarial, al tiempo lo fue capturando por medio de apoyos monetarios para las principales organizaciones. Por esa razón, deben de ser muy cuidadosos al solicitar dádivas gubernamentales, todas condicionan lealtades, no son gratis. Márquez terminó transformándose en empresario y generando interrogantes como la compra de terrenos para la construcción de un estadio, un bulevar que atraviesa sus terrenos en Purísima y sospechosísimas compras de medicinas, entre otras historias.
Durante el periodo que correspondió a la LXII Legislatura Federal de diputados (2012-2015), hubo un efecto transformador en muchos políticos azules. Inspirados por Manlio Fabio Beltrones, el pastor de tan egregia asamblea, decidieron convertirse en negociantes aprovechándose de las carretadas de billetes que el nuevo gobierno peñanietista les proveía con holgura. De allí los Villarreal, Anaya, Torres Cofiño, Oliveros, Trejo y Muñoz, entre otros. Esa legislatura fue el punto de quiebre del panismo y el origen de los actuales dueños de la estructura partidista. Para operar, solo requieren de una cosa: dinero y más dinero.
Bajo esta circunstancia se produjo el encumbramiento de un grupo, muy ambicioso, de panistas dedicados a hacer negocios desde sus gobiernos. Diego Sinhue Rodríguez fue fermentado en los mismos jugos gástricos de esa nefasta legislatura. Ese es el origen de su visión y acción política. Fue formado en el más burdo y bajuno manejo partidario. Hoy padecemos las consecuencias de su pertenencia a ese triste agrupamiento parlamentario.
Diego Sinhue fue una amarga invención del propio Márquez. Hoy debe de estar arrepentido de su decisión. Quienes no estudian historia, están condenados a tropezar con una piedra conocida. Es un problema clásico en los estudios de política, verificar las consecuencias de una decisión, cuando se toman desde un formato unipersonal o de asamblea deliberante. Cuando lo hace un rey o un autócrata, se provocan muchas equivocaciones.
Por eso, se inventaron otros procedimientos como la democracia, la ratificación parlamentaria y el sistema republicano. Así las cosas, los procedimientos para llegar al poder se volvieron más complejos e institucionalizados para evitar los errores del personalismo. Pero Diego Sinhue no lo sabe o no se lo enseñaron en la Universidad de La Salle y persevera en el mismo error. En lugar de respetar los principios de una contienda política: imparcialidad y equidad, que son los que abren la puerta a la legitimidad, los violenta y agravia con tal de imponer a su favorita, que más temprano que tarde lo traicionará. Al tiempo.
Diego no es amigo de los empresarios, es amigo de sus amigos que son empresarios. Ha constituido un espacio sectario para sus incondicionales, con los cuales aspira a conseguir privilegios durante otros seis años. El dedazo no está construido por necesidades partidarias de unidad frente al adversario, sino por intereses de un grupo que aspira a mantenerse en el poder. Escandaloso pero así es.
Cuando un amplio sector de empresarios se rebelan y protestan por la falta de democracia en la selección panista, el oficialismo pierde la cabeza y reacciona de la peor manera, amenazando y reprendiendo por medio de su jefe de gabinete a los insurrectos. Mala idea, garrote en lugar de diálogo.
Ante eso, lo peor que puede hacer el gremio es doblarse y someterse al autoritarismo. Es el momento más débil del gobierno. La creación del Frente Amplio, requiere la participación ciudadana y las organizaciones más estructuradas están en los cuerpos empresariales. La nueva coordinadora del Frente, la senadora Xóchitl Gálvez, es una empresaria, conoce el medio, interactúa con confianza con las dirigencias y sabe que no actúan por impulso sino cerebralmente.
Por lo general intentan hacer lo correcto y la sumisión no está en su léxico. Los empresarios libres, como lo era Roberto Plasencia, no bajaba la mirada ante los gobernadores, los veía de tú a tú y discutía en un plano de igualdad y respeto mutuo. Así hay que hacerlo, porque los empresarios, en Guanajuato, cuando se ponen bravos, cambian gobiernos.
RAA